BUEN DÍA SEÑOR FEUDAL
Una larga y penosa marcha de 6 días de afiliados campesinos
y simpatizantes del Partido Paraguay Pyahura (Para un nuevo Paraguay) rompió el
silencio o el silenciamiento de los medios masivos de comunicación la presente
semana. Convergieron hasta la capital del país las caravanas provenientes del
Norte y del Este, y los manifestantes culminaron su acto central con sus
proclamas y reclamos frente al Parlamento Nacional. Todo en orden, disciplina y
limpieza. En cada pueblo o ciudad que cruzaron en su largo recorrido, fueron
aplaudidos, ayudados y alentados. Más allá de las observaciones de los
analistas políticos en cuanto a la constitucionalidad o pertinencia de sus
proclamas, queda el hecho de una movilización política importante, que reclama
un espacio para hacer oír sus voces y planteamientos. Un primer mensaje importante que puede
deducirse de esta marcha, aunque sea todavía incipiente, es que el sector del
campesinado, plantea la defensa de sus intereses desde un enfoque político.
Hasta ahora, este sector, no tiene y no ha tenido una incidencia política
importante, porque en la hora de las elecciones, el campesinado vota en forma
dividida arrastrado por los partidos tradicionales y movidos por el fanatismo
de los colores y la fuerza de los caudillos lugareños. Hasta ahora la
estrategia de los partidos y de los manipuladores de los mismos, ha tenido
éxito, al mantener dividido un sector social que históricamente ha sufrido de
marginación y atraso. Un segundo mensaje, es una denuncia implícita de este
hecho, en contra de los partidos
tradicionales, que están atravesando por un momento de grave crisis de definición,
de identidad y de protagonismo en cuanto a sus roles y objetivos. Conforman
hasta ahora es cierto, la principal fuente del poder político, pero se han
mostrado incapaces de superar la grave corrupción interna y por esta
incapacidad están poniendo en riesgo la estabilidad del estado, debilitando y
desvirtuando seriamente el sistema democrático. Apelan al doble discurso, como
está ocurriendo en este momento, con respecto a la ley que busca sanear el
financiamiento político para impedir que recursos de la narco política incidan
en las internas partidarias. Públicamente condenan, pero en la práctica, es
expresivo, que los parlamentarios de los partidos tradicionales impidan la
aprobación de la ley prevista para el combate de este financiamiento espúreo. Un
tercer hecho, respecto a esta manifestación campesina, dejó al descubierto la
mentalidad de algunos dirigentes de organizaciones empresariales, que llegaron
a afirmar que los campesinos no tienen porqué llegar hasta la capital, deben
mantenerse en sus campos y no tienen porque entorpecer la vida citadina.
Mentalidad muy cercana a la que regía en
la Edad Media, un sistema de vasallaje en que los vasallos aportaban parte de
su producción al señor feudal, con la promesa de ser protegidos. Sin embargo la
más de las veces, ni siquiera podían ingresar al castillo del señor y quedaban
librados a su suerte, cuando eran atacados. Los señores feudales no debían ser
molestados y los vasallos no tenían derechos que reclamar. Hay que recordar al
señor feudal que los campesinos también son paraguayos, que también son
ciudadanos, y que son los que tienen más
derechos que reclamar. Nunca habrá paz, ni vamos a construir un estado
verdaderamente justo y soberano, sobre la base de la marginación y la
injusticia.
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