MUJER Y
PROTAGONISMO.
Pasaron
unos días desde la fecha dedicada a la celebración del Día de la Mujer Paraguaya. Hermosos e
interminables elogios fueron vertidos para destacar la belleza,
las
cualidades, los valores y la heroicidad de las mujeres de nuestra tierra. Entre
esas meritorias y honrosas menciones figura incluso la sugerencia para que sea propuesta
la candidatura de las mismas para uno de los más importantes premios a nivel
mundial.
Todo muy
bello y muy grato. Pero considero que este tema no debe quedar solamente en el
discurso y en el florilegio. Hay verdades que deben enraizarse profundamente en
la conciencia ciudadana. La formación de esta nación en su cultura, en sus
costumbres y en sus tradiciones tiene un porcentaje muy alto del aporte de las
mujeres. A las madres les debemos que el idioma guaraní haya sobrevivido a
pesar de las prohibiciones y persecuciones. Ellas conservan y transmiten de
generación en generación la fe y los principales valores humanos que atesora nuestro pueblo. Después de la
guerra de la hecatombe a ellas se les debe la recuperación nacional. Durante la
guerra del Chaco, mediante las mujeres,
las chacras seguían produciendo los alimentos necesarios. Está
demostrado que las mujeres son mejores en la administración del hogar y mejores
pagadoras de los microcréditos. Los
hombres prefieren hijos varones pero las mujeres son más solidarias con sus
padres y demás familiares. Y si es por la vanidosa pretensión de la continuidad
de los apellidos o de la empresa familiar, ellas pueden transferir sus
apellidos a sus hijos y ser excelentes administradoras de cualquier empresa.
Pero estas verdades no están enraizadas en la sociedad, ni siquiera en las mismas
mujeres. Ellas siguen siendo discriminadas en sus derechos, en su trabajo, y en
la política. Siguen siendo víctimas de la violencia y del abandono. Son
testigos calificados de las carencias que sufren sus hijos, de las
inseguridades de que son víctimas los mismos y de las injusticias que se
cometen cada día. Este país de corruptos y de grandes antivalores no va a
cambiar tan fácilmente. Requiere y
requerirá de un rol protagónico activo de las mujeres. La formación de los
hijos sigue estando en sus manos. Necesitamos que en el hogar se insista en los
valores de honestidad y de respeto a las personas. Que se fomente una gran
capacidad de diálogo en la familia. Que las mujeres sean más exigentes con sus
hombres. Que no transijan con la corrupción. Que se interesen cada vez más por la política y que cuando accedan a
cargos importantes recuerden a tantas madres que son víctimas de injusticias.
No se trata de cupo que se reclame, se trata de protagonismo.
Que no se
dejen avasallar por la lisonja y la manipulación de los medios de comunicación.
Que defiendan la dignidad de todo este pueblo. Es necesario y urgente que se
tome conciencia de que este país
necesita más que nunca de la ternura, la intuición y el coraje de sus mujeres ciudadanas para
cambiar su destino.
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