GESTA JUVENIL DE CONCEPCIÓN
Se cumplió anoche el acto conmemorativo del cincuentenario
del grave proceso de torturas a que fueron sometidos jóvenes concepcioneros que
habían tenido el valor heroico de repudiar la visita del tirano a la capital
del Primer Departamento. Para aquella ocasión se había conformado un grupo de
jóvenes que, liderado por algunos dirigentes del Partido Revolucionario
Febrerista, se encargó de rechazar la presencia del dictador Alfredo Stroessner,
cuya visita se había anunciado para los primeros días del mes de enero de
1968. Los esbirros del Coronel Miers
actuaron de inmediato, generándose en aquella ocasión, una de las más crueles
torturas contra los jóvenes que se atrevieren a pintar en la adoquinada calle
Presidente Franco, la principal de la ciudad, sus repudios al miserable
dictador que buscaba ese año una reelección más para completar su tercer
ejercicio que iba a significar 14 años de mandato. Aquello no fue un acto
aislado. La dictadura no solo marginó y
discriminó a Concepción sino también la persiguió provocando su atraso con
relación a otras regiones del país. Concepción era el centro de aprovisionamiento
de las estancias del Chaco y perdió ese privilegio cuando se abrió la Ruta
Transchaco. Proveía de mercaderías a todo el Alto Paraguay pero pronto
desaparecieron los barcos de la Flota Mercante del Estado y se suspendieron los
vuelos del Transporte Aéreo Militar. Concepción era el puerto obligado para
todas las cargas y transporte del Departamento del Amambay, pero todo eso fue
desviado cuando se construyó la Ruta III que, por la ciudad de Coronel Oviedo
permitía la conexión directa con la capital del país. Se recibió después con mucha esperanza el
proyecto del Puente sobre el Río Paraguay y el ramal que iba a conectar con la
Ruta Transchaco. Pero el trazado del ramal, en vez de conectar con Pozo Azul, que hubiera permitido un tramo más
corto, se conectó con Pozo Colorado, forzándose una pésima triangulación que
aumentó distancia y complicó camino. Por fin, después de muchas postergaciones,
se construyó el puente pero nunca terminó la obra del ramal Concepción-Pozo
Colorado, que significa hasta hoy día,
un cruce complicado y peligroso porque los baches de la deficiente capa
asfáltica, en vez de ser reparados, se los están rellenando con ripios. La ruta
Concepción – Vallemí también sigue incompleta. Concepción por días y semanas
quedaba aislada por la clausura de rutas, pero ese aislamiento nunca la
amilanó. Al contrario, la fortaleció
porque aprendió a defenderse con la creatividad y la solidaridad de su gente. A
Concepción no solamente le persiguió y le marginó la dictadura, sino también
quiso humillarla pero esa humillación no fue permitida. Hay grandes hechos en
su historia que preservan su dignidad y su espíritu de lucha. He aquí algunos
de ellos. En 1975, hace 43 años con
dotación de fuerzas militares bajo el mando del Coronel Grau se consumó el
asalto a Jejuí, una comunidad conformada por campesinos agricultores.
Dispersaron e hirieron a sus miembros, y les despojaron de sus tierras. Cuando
entonces Jejuí pertenecía a la Diócesis de Concepción presidida por Mons.
Aníbal Maricevich como obispo. Más de cuarenta
años después estos campesinos recuperaron sus tierras, o gran parte de ellas, y
se dispusieron de nuevo a continuar sus proyectos de convivencia y solidaridad.
El proyecto Jejuí no murió en el tiempo. En noviembre de 1968, autoridades
militares y policiales, sitiaron Concepción y hasta dispusieron prohibir la celebración de una misa en la
parroquia María Auxiliadora. Cuando Mons. Maricevich concurrió al lugar para
presidir la celebración, quisieron detenerle, pero el Obispo les dijo al
militar que le detuvo: “Nda che jokomoai che ray” (No me vas a atajar mi hijo).
Pasó la barrera y celebró la misa, que fue seguida por una gran multitud
ubicada a 100 metros a la redonda, a través de los equipos de altavoces. En
mayo de 1959, la juventud estudiantil del Centro Ismael González de la Escuela
Nacional de Comercio, rompió fila para no desfilar ante la presencia del Ministro
del Interior Sabino Augusto Montanaro. Por su parte los campesinos de Arroyito
organizaron sus asentamientos en base a 6 núcleos, autónomos entre sí, pero
unidos en la defensa de sus comunidades.
Asesinaron a algunos de sus dirigentes, pero Arroyito no fue
desmantelado ni por los sojeros ni por las autoridades. A medio siglo de
aquella gesta de los jóvenes concepcioneros los Departamentos de Concepción y
San Pedro siguen sitiados por las fuerzas mercenarias del supuesto Ejército del
Pueblo Paraguayo y las Fuerzas de Tarea Conjunta. Mientras tanto, Concepción
sigue desprotegida y con grave ausencia de Estado. Sus caminos vecinales son
intransitables, realidad que ha motivado recientemente la declaración de
emergencia vial de la zona. Desde que en 1930 se le concedió al Brasil como
puerto franco la ciudad de Concepción en compensación de los puertos francos de
Santos y Paranaguá, el país fue cediendo soberanía a favor del vecino país. De
15.000 hectáreas en el año 1991 las tierras en mano de terratenientes
brasileños pasaron a 218.000 hectáreas en el 2008 (Según consigna el investigador Social concepcionero Hugo
Pereira en su libro “Extractivismo Armado en Concepción”) Los hermanos
brasileños utilizando toda su influencia se fueron apropiando de las tierras y
riquezas del noreste paraguayo para la producción agro empresarial de la soja,
la explotación ganadera y la industria cárnica y no se descarta, como otro
posible objetivo, la explotación minera. Dentro de este amplio contexto,
aquella gesta de protesta de los jóvenes concepcioneros adquiere una
significación simbólica de mucha trascendencia. El 6 de enero de 1968 se debía
inaugurar las doce cuadras adoquinadas de la calle Presidente Franco. En la
víspera, seis jóvenes: Fabián Núnez, Dionisio González, Rigoberto Paniagua,
Blásido Bernal, Ciro Coronel y Celso Ruiz Diaz, escribieron sus desafiantes
mensajes sobre los adoquines: “Abajo la dictadura” “Más libertad menos hambre”
“Justicia y Libertad para nuestro pueblo” entre otras proclamas. A la mañana
siguiente comenzó la serie de apresamientos y salvajes torturas. Si bien
actuaba un delator, la represión se extendió indiscriminadamente alcanzando a
varios inocentes. Ante esta circunstancia el joven Celso Ruiz Díaz, en un gesto
de rebeldía soberana,se presentó ante los esbirros para decirles que la
responsabilidad de aquel acto correspondía a los jóvenes del Partido
Revolucionario Febrerista. Lo apresaron y le torturaron desde ese momento. Ante
la gravedad de la situación Monseñor Maricevich se presentó ante los
torturadores en el Cuartel de la 4ª. División de Infantería, amenazando con denunciar los hechos con una
gran manifestación contra la acción represiva. A la mañana siguiente liberaron
a los torturados. Como mártir de esta represión el Secretario del Partido
Febrerista, Heriberto “Petisin” Bordón, nunca más se recuperó de aquellas
torturas y falleció poco tiempo después. A medio siglo de aquel vejamen
miserable rendimos emocionado homenaje al heroísmo sin par de los jóvenes de
Concepción. Que viva por siempre en la memoria la gran gesta juvenil de
Concepción.
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