LOS AMIGOS DE LA VIDA
Más allá de las
manifestaciones sociales y comerciales relacionadas con la celebración de la
Semana y el Día Mundial de la Amistad este acontecimiento no deja de constituir
una oportunidad para pensar y reflexionar de cómo y de qué manera pasaron o
influyeron en nuestras vidas, personas con las que hemos compartido momentos
importantes de nuestra existencia. En
ese sentido podemos decir que en realidad son pocos los amigos de toda la vida. Los más considerados como tales son personas
que en ciertos momentos las tuvimos cerca nuestro ya sea por vecindad, trabajo,
grupos de estudios o de movimientos sociales y políticos, con quienes hemos
compartido sentimientos
y puntos de vista y que de esa forma llegaron a incidir en nuestra vida. Las amistades de la niñez y de la edad
escolar son muy bellas pero en general no perduran en el tiempo. Las de la
juventud, de los tiempos de estudios secundarios, tienen más raigambre. Es que
en esos tiempos comenzamos a compartir y a forjar juntos los primeros sueños e
ideales. Es la etapa en la que nos parecía que no existirán obstáculos
insalvables, que la vida nos sonreirá
siempre llena de entusiasmo y que nuestras primaveras seguirán regalándonos
flores y esperanzas. Es posible que muchas personas adultas sigan
recordando esos tiempos con verdadera nostalgia. Después vendrá la madurez con su carga de
responsabilidades. En ese tiempo cada uno toma su camino y aquellos propósitos y promesas de la permanente amistad
se irán diluyendo en el olvido. Algunas llamadas esporádicas y quizás algunos
encuentros fortuitos puedan seguir manteniendonos en contacto. Pero el tiempo seguirá pasando. Es posible que hayamos encontrado nuevos amigos pero en la
mayoría de los casos ya serán circunstanciales, de esas amistades que
desaparecen con los cambios de itinerario. Particularmente debo confesar que siempre he
tenido buenas amistades. Con personas que en circunstanciales difíciles me han
tendido la mano. Pienso que para tener buenas amistades hay que tener un
espíritu solidario, hay que jugarse por los demás y hacerlo de manera
desinteresada. Nunca hay que exigir retorno alguno de las personas
beneficiadas. Pero eso no significa que no pueda haber retorno. Solo que ese
retorno podrá provenir de otra persona y generalmente de manera inesperada. Es
la compensación de los justos. Pero si no se da ese retorno, pienso que nunca
hay que amargarse ni resentirse. Si eso nos pasa será porque nuestra
solidaridad no ha sido genuina. Debo también confesar que he llegado a tener
amigos de la vida. Últimamente tres de ellos han fallecido. La muerte de los
mismos me ha inducido a pensar en el significado de la vida. Nunca podremos
comprender del todo, hasta qué punto nos hemos realizado como persona. Miro la
trayectoria de cada uno de estos amigos de la vida y concluyo que sus metas se
han cumplido en gran medida y me siento orgulloso de haberlos tenido como
amigos. La gran batalla que han librado cada uno de ellos está
justificada. Concluyo diciendo que una
verdadera amistad solamente se da entre personas honestas, francas y
solidarias. Hay que defender este sentimiento, más que nunca, porque a menudo
se le quiere confundir con la complicidad. Vengan las flores, vengan los
abrazos. Una buena amistad siempre valdrá la pena.
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