MI AMIGO DON SOLANO
Toda persona tiene su
historia. Pero esas historias casi nunca están escritas y terminan muy pronto
en el olvido. Toda vida tiene su
vertiente de lecciones importantes que casi siempre, aunque sea de manera
inconsciente, dejan su impronta en la conducta de los que compartieron el
entorno. Para esta lección no hace falta que sean héroes. Basta que sean
seres humanos, con sus luces y sus sombras, enmarcados en ese vaivén de éxitos
y fracasos. A menudo me siento atraído por el intento de rescate de algunos
rasgos del perfil de la vida de las personas que se han cruzado en mi camino.
Esta vez me motiva la vida y la muerte de mi amigo don Solano. Falleció
el sábado 28 de enero de este año a la edad de 85 años. Estuvo más de dos meses
internado en terapia intensiva del Hospital Central del Instituto de Previsión
Social. Cuando allí le visité intenté
animarle con los recuerdos de los momentos compartidos, estaba consciente y
aunque tenía dificultades para hablar, con el dedo pulgar hacia arriba,
confirmaba mis comentarios. Su nombre completo es Francisco Solano López
Zárate. Su padre prestó servicio en el ejército victorioso de la Guerra del
Chaco. Desde su profesión de telegrafista se encargaba de transmitir los
mensajes cifrados en nuestra lengua vernácula que no conseguía descifrar el
ejército contendor. Quizás a eso se deba
que el padre veterano le adjudicara el nombre de nuestro héroe inmortal. Su infancia fue dura, especialmente en su
etapa escolar, porque la casa familiar estaba localizada en Riacho Negro, en
tierra firme del chaco y para concurrir a la escuela tenía que cruzar dos
tramos del Río Paraguay porque frente a Concepción se encuentra una isla que
dificultaba y duplicaba la distancia de la ida y del regreso. Con mucho
esfuerzo concluyó la primaria y todavía le sobró ánimo para seguir la carrera
de Contabilidad en el Instituto San José de los Padres Salesianos. En esa
condición llegó a ser un destacado dirigente del Centro Estudiantil “Alfonso B.
Campos” del Colegio Salesiano. Pero las dificultades y los avatares de su vida,
le impidieron concluir con la carrera. Se retiró con el quinto curso aprobado. Se
decidió por una profesión tan difícil como la lidia de toros y con su capa roja
y su destreza de joven chaqueño, salió a recorrer las tardes taurinas de todo
el país. Después de un buen tiempo retornó a sus pagos de la tierra del norte y
se dispuso a concluir su carrera secundaria de Contabilidad en la Escuela
Nacional de Comercio de Concepción.
Llegué a conocerle en ese tiempo. El pertenecía al Sexto Curso y yo al
tercero del ciclo Básico. En esos días teníamos elección de la directiva
estudiantil con candidato único con el que negociamos algunos cargos de la
directiva, que terminó incumpliendo con una actitud ofensiva. Eso
nos llevó a buscar un candidato para una lista diferente. Alguien mencionó que
un ex dirigente del Alfonso B. Campos, se había inscripto en el sexto curso. Le
buscamos y le comprometimos. Era Francisco Solano López Zárate, que de no ser
candidato, se convirtió en 24 horas de revuelta en el nuevo presidente del
Centro Estudiantil “Ismael González” Corría el año 1959. Fue el comienzo de
una extensa relación de amistad y compañerismo. Ese año rompimos fila en el
desfile en repudio al Ministro del Interior de entonces. Después estuvimos
juntos en la dirigencia deportiva del club decano de la ciudad, el Sportivo
Cerro Corá, cuya presidencia llegó a ejercer con mucho éxito.
Éramos amigos y compañeros, de cien avatares y proyectos. Pertenecía al Partido Colorado, pero fue
disidente porque simpatizaba con el Centro “Blás Garay” duramente perseguido
por la dictadura. Su esposa con la que tuvo cinco hijos, pertenecía a una
distinguida familia de Concepción que falleció muy joven. Los hijos se trasladaron a la capital, pero
él prefirió vivir en el norte, prácticamente hasta su muerte. Llegó a concluir
su carrera universitaria en la Universidad Católica de Concepción, fue invitado
pero ya no pudo celebrar los 50 años de su promoción. Me consta que siempre fue un hombre honesto y
cabal. No se amilanó nunca ante las persecuciones de sus correligionarios
oficialistas. Dejó una excelente familia, y puede decirse que ha cumplido su
misión en la vida. Mi amigo, quién
alguna vez desafió al peligro con su capa roja de torero, en las tardes
taurinas de ciudades y pueblos, hoy
descansa en paz. Mi homenaje para él y
para su distinguida familia.
Así mismo fue su vida Don Ladislao, es más, el nombre de mi tío se debe a que a pocas horas de haber nacido, el propio Comanchaco José Félix Estigarribia lo había levantado en brazos y le dijo a Don Eugenio (su padre - mi abuelo) que "aquí tenemos un nuevo y valiente soldado y por ende llevará como nombre Francisco Solano" y el apellido correspondiente lógicamente por el matrimonio López - Zárate. Y si, Don Solano fue una persona a con altísimos y elevados ideales, muy lejos del "mundanal ruido" - como solía expresarse - siempre le gustó dialogar sobre grandes proyectos constructivos para su querida ciudad y hasta a veces soñar con un país mucho mejor. Sufrió bastante y hasta le costó marginación y persecución por pertenecer a la línea disidente de su propio partido, es lo triste, pero todo tenía una justificación que los correligionarios jamás podrían comprender el espíritu patriótico que siempre le caracterizó, y así se fué el Gran Don Francisco Solano López Zárate. Hasta siempre tío, estoy seguro que ya estarás con otros grandes amigos en alguna dimensión, y como todo mortal sin hora y día fijada para partir, algún día nuevamente estaremos compartiendo una amena charla como tantas veces lo hemos hecho en casa como en tu querida Horqueta. Paz en tu nueva morada tío Solano.
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