MENOSCABO DE LOS
DD.HH.
Es incomprensible que
ciertos sectores de la sociedad intenten menoscabar y desprestigiar la
valoración y el reconocimiento de los llamados Derechos Humanos, o derechos
fundamentales que son de todos en el sentido universal de la vigencia de los
mismos. Por una parte habría ignorancia en este menoscabo pero también deseos
de venganza y una buena dosis de distorsión ideológica. El argumento de desprestigio que se utiliza es una suerte de falacia
que busca confundir el objetivo y el ámbito específico de los Derechos Humanos
que se traduce en una pregunta de por sí
inquietante: ¿Y el derecho de las víctimas? Lo que buscan y en gran medida
consiguen los detractores de los Derechos Fundamentales es que los que cometan
actos delictivos, o los sospechosos o indiciados de cometerlos, ya no gocen de
la plenitud de los derechos que les corresponden por su condición de persona
humana. Aun en el supuesto del peor
criminal, al momento de entregarse, el estado está obligado a respetar su vida, a darle a conocer sus derechos, a asegurarle un juicio justo, a dotarle de un
defensor si es reo pobre y en ningún caso puede ser sometido a tortura. El juez de la causa determinará su
culpabilidad o inocencia y le aplicará la pena que corresponda.
Cuando el policía le golpea al detenido que ya no ofrezca resistencia, o
le implante pruebas incriminatorias, incurre en delito, comete un abuso y debe
ser imputado y enjuiciado porque está obligado a responder por sus actos cuando
inflige la ley y además compromete al Estado
que tiene responsabilidad con relación a la actuación de los miembros de sus
fuerzas públicas. Es el caso del joven Richard Pereira, que después de
entregarse, fue obligado a arrodillarse y estando en esa posición recibe un
disparo del personal policial que le había reducido ocasionando que el plomo
quede incrustado en su espina dorsal dejándole parapléjico. Le dejaron abandonado a su suerte. El estado
podrá ser demandado y eventualmente condenado a pagar una fuerte indemnización
independientemente del juicio a que sea sometido el actor del disparo. En el diario ABC color del 3 de octubre de
2016, la Coordinadora de los Derechos Humanos del Paraguay (Codehupy) informó
que el Estado Paraguayo aceptó su responsabilidad en el asesinato del dirigente
campesino Eulalio Blanco, ejecutado por la policía en junio del 2003, durante
una protesta de “cedroneros” en el cruce
de Santa Rosa del Aguaray. Aparte de asumir la responsabilidad y pedir
disculpas a los familiares, tuvo que firmar a través de la Dirección de
Derechos Humanos de la Cancillería Nacional, un acuerdo de reparación por los
daños causados. El Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que
había recibido la denuncia de la viuda del campesino, había dictaminado que el
Estado paraguayo tiene que dar una respuesta rápida a la viuda y castigar a los
responsables del homicidio y no cometer más violaciones similares en el futuro. El Estado paraguayo sigue cometiendo
violaciones de los derechos humanos en la condena de los campesinos de
Curuguaty, en el desalojo de Guahory y de otras comunidades indígenas. En el
norte, hay varias muertes como el del
campesino Julián Ojeda Espínola y de los hermanos Ovelar en Kurusú de Hierro y
del joven minusválido Agustín Ledesma, ocasionadas por las Fuerzas de Tarea Conjunta que ni siquiera
fueron investigadas. “Nuestro sistema de justicia cuenta con déficit muy
graves en materia de imparcialidad y eficacia. Gran parte de los Derechos
Humanos que tenemos en Paraguay pasan por el Poder Judicial ya sea por acción u
omisión. En el primer caso hace cosas abusivas sin respetar los límites de la
legalidad. En el segundo, no hace lo que debería, como perseguir y sancionar a
los poderosos cuando cometen actos punibles, situaciones que quedan en la
impunidad mayormente. La validez de la
democracia queda en entredicho si un Estado carece de un Poder Judicial capaz
de hacer cumplir la ley de manera igualitaria” Hugo Valiente, abogado
especializado en Derechos Humanos, en el artículo publicado en la Revista Vida
de Última Hora del sábado 1 de octubre de 2016, con el título de “El Estado no
cuida a sus conciudadanos” ¿Y el derecho de las víctimas? Las víctimas
podrán reclamar sus derechos cuando sus victimarios permanezcan impunes sin que
la justicia cumpla con su obligación. Se
cometería un grave error de
consecuencias imprevisibles si se pretende combatir al crimen con abuso de
poder y violación de las leyes vigentes. Es de justicia y de responsabilidad
ciudadana asumir esta postura, aunque eso cueste la descalificación de ciertos
sectores del poder totalitario de tinte fascista. La vigencia de los Derechos
Humanos, es una garantía y un bien que debe ser valorado y defendido por todos
los ciudadanos de todos los pueblos que aspiran a vivir en paz dentro de la
libertad, la justicia y la democracia.
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