CORRUPCIÓN E
INSEGURIDAD
Es doloroso e
insoportable el clima de inseguridad que cada día se cobra numerosas víctimas
en las calles de la ciudad capital y en los principales municipios de todo el
país. Ya no se trata solamente de la
pérdida de un bien personal, sino de agresión y ataque criminal aún en los
casos en que no haya habido resistencia de parte de las víctimas ocasionales.
El clamor y la indignación ciudadana son de toda justicia. Pero la inseguridad
empeora cada día. ¿No será que estamos equivocándonos en el diagnóstico? Al
intentar establecer la causa,
inicialmente la tendencia era culpar a la motocicleta. En ese sentido abundaron
las propuestas de que se use casco, que el casco lleve impreso el número de la
chapa e incluso ahora la sugerencia es que se prohíba que a partir de cierta
hora el motociclista se lleve un
acompañante. Indagando un poco más
podemos encontrar como relativa causa a la pobreza extrema que de ninguna
manera lo justifica. Pero las verdaderas causas pueden estar en la drogadicción
y en la corrupción policial. Todos los asaltantes actúan drogados, acuciados
por su necesidad de nuevas dosis y en ese estado de perturbación aparentemente
pierden toda conciencia de la gravedad de sus actos. Hieren y matan como si eso
no significara nada. La drogadicción está destruyendo a nuestra juventud y
pareciera no importarnos mucho. La distribución está llegando a las escuelas
primarias. Se comienza iniciando a los jóvenes en el consumo gratuito para
después convertirlos en vendedores.
Detrás de esta plaga está la corrupción. ¿Dónde están los verdaderos proveedores de la droga? La policía
detiene a los pequeños distribuidores, pero nunca se habló de la detención de
los mafiosos proveedores. ¿Dónde están? ¿En el Parlamento? ¿En algún alto cargo
público? ¿O dirigiendo alguna empresa ganadera o sojera? A estos miserables,
con tal de ganar dinero, no les importa la destrucción de jóvenes ni de
familias enteras. ¿Hasta dónde la policía está comprometida con todo este
negocio de la drogadicción? ¿Con qué facilidad accede a la tenencia de las
drogas para poder implantar como prueba incriminatoria como en el último caso
de la joven empresaria? Intentaron implantar en el vehículo de la víctima
nada más y nada menos que 350 gramos de cocaína. ¿De dónde lo obtiene? ¿Puede
habitualmente la policía contar con estas drogas con las que intentan o
consiguen extorsionar a las víctimas? Seguiría
existiendo – según Jorge Rolón Luna – una obligación institucionalizada de
recaudar para los Jefes de Comisarías y de distintos ámbitos operativos, sumas
determinadas cada cierto tiempo, que prácticamente obliga a los subordinados a
delinquir. La policía detiene a los
motochorros, en su mayoría menores de edad, generalmente drogadictos y la
fiscalía o los jueces los vuelven a liberar. ¿Están también complicados jueces
y fiscales o el Estado es incapaz de retenerlos en centros de recuperación? La
mayoría de los asaltantes criminales son reincidentes. Por otra parte la Policía es una institución muy manoseada. En una
Comisaría de 100 personales, es posible
que solamente 30 cumplan guardia rotativa. El resto está en la guardia privada
y tiene sobresueldo. En fecha
reciente un delincuente internacional, buscado por la Interpol, fue apresado en
nuestro país. Tenía Pasaporte y Cédula paraguaya, declaró que pagaba protección
y no se les permitió hablar de nombres.
Cuando parecía que iba a citar a algunos se les expulsó rápidamente. En la
institución policial, esos son datos conocidos. Además en la policía hay
discriminaciones injustas. Tienen que
comprar sus armas y sus uniformes a precios generalmente excesivos. No tienen
seguros de vida. Si fallecen en el
servicio, sus familiares son mal atendidos.
Si no se trabaja por la profesionalización y la dignificación de la
institución policial, antes que contribuir a la seguridad ciudadana, la misma se
convierte en parte de la misma inseguridad. En el país, la corrupción en los
distintos niveles sigue intacta. Es difícil obtener seguridad si la corrupción
permea a las fuerzas públicas, al sistema judicial y en gran parte a la misma
clase política. La seguridad es un bien
importante que se podrá lograr a partir de la presencia y preponderancia de la
participación de una ciudadanía honesta y responsable en el quehacer de la
administración del país.
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