CRISIS DE
PARTICIPACIÓN.
Se acentúa el
desencanto de la sociedad con relación a la clase política que se tiene. Los
últimos acontecimientos desnudan una vez más la crisis de representatividad y
de gobernabilidad que se manifiestan en nuestro país. Nuestros parlamentarios
no nos representan. Actúan supuestamente en nombre de la ciudadanía pero son
capaces de vender el alma al mejor postor. Carente de honorabilidad y de ética
mínima adoptan como norma de su accionar político los más mezquinos intereses
personales, familiares y grupales. Engordan de falta de vergüenza. Son motivos
de los escraches y las burlas. Sus posturas estuvieron avaladas por “millones
de razones” alegan sus colegas y para algunos de ellos el pretexto pudo haber
sido más grave porque la moneda del intercambio sería la promesa de impunidad
en las imputaciones pendientes. Pero lo grave es que estos volverán a ser
nominados para los cargos electorales y otra vez por las malditas “listas
sábanas” volverán a sus curules. Esto es lo malo. No hay sanción ni castigo. El
partidismo volverá a imponer a sus indeseables porque carece de la capacidad de
autocrítica y la renovación interna hace rato es letra muerta. Las
ubicaciones en las listas de candidatos
son sencillamente subastadas. Los cargos
son comprables y se paga muy bien porque reditúan buenos beneficios. Nadie controla ni quieren que se controle las
fuentes de financiación política que deja la puerta abierta a la narco
política. Por esta vía se impone
un sistema político corrupto que atrasa y carcome al país. Esta situación ha hecho que los partidos políticos
perdieran la legitimidad por no acoger las demandas sociales y por lo tanto dejaron
de ser instrumentos de transformaciones sociales convirtiéndose simplemente en
máquinas electorales para llegar al poder sin plantearse el cómo y el para qué
se ejerce el poder. Paradójicamente, al mismo tiempo, aumentan
las demandas sociales y los reclamos de los derechos conculcados. Lo que se plantea es una verdadera crisis de
participación. Cada vez hay mayor exigencia de una participación activa en los
procesos de construcción de la política y el beneficio público. ¿De qué manera los cambios culturales
incentivados por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación
inciden y modifican las formas de participación ciudadana? Nos explica
Jaime Carril, académico chileno, doctor en comunicación y periodismo, que fue
panelista en el reciente Congreso Latinoamericano y Caribeño de Comunicación
que se realizó en nuestro país, entrevistado por la periodista Susana Oviedo,
cuyo reportaje se publicó en el Diario Última Hora, el domingo 16 de octubre de
2016.
“Los jóvenes ya no se afilian a los partidos políticos, se meten en
los grupos sociales a las asociaciones civiles o fundaciones y desde allí
participan. Son los líderes sociales o emprendedores sociales. Forman parte de
la sociedad de esclavos tecnológicos, que ejercen el cíber activismo. Forman
parte de los grupos con los que se sienten identificados, construyen una nueva
forma de sociedad a la que el doctor Carril denomina sociedad mosaico, porque
se asocian a otros grupos sin perder la identidad de su grupo inicial y llegan
a conformar amplia mayoría constituida por múltiples minorías” Esto se
refleja en las grandes movilizaciones de los auto convocados. “Pero adolece
de una debilidad – nos advierte – en lo que respecta a cómo convertir la
fiscalización y la denuncia en acción operativa” Hasta allí se ha llegado, porque la acción es
esporádica y reactiva y no dura. El desafío es cómo articular la acción. En
este punto, sería interesante encontrar la fórmula de una coordinación mínima y
comprender la importancia de involucrarse en un proyecto social desde el inicio
hasta la evaluación. Respecto al
Estado, el académico chileno, señala que actualmente es una estructura
desfasada, quedó en el siglo diecinueve. Las nuevas demandas que se generan en
este nuevo contexto socio-cultural son mucho más complejas y a la gente ya no
le interesa votar cada 4 o cinco años, exige una participación activa en el
manejo de la administración pública y el
Estado no está preparado para eso. A modo de conclusión, podemos
señalar cuanto sigue: 1) Es bueno que los jóvenes de los dos partidos
tradicionales despierten, escrachen y
luchen por adquirir un rol más protagónico porque de lo contrario sus
asociaciones políticas y pagarán las consecuencias de no acoger y de no
responder a las demandas sociales. 2) Es
muy importante que las demandas y manifestaciones sociales, sin dejar de
concentrarse en los objetivos específicos, apunten a una mínima coordinación
especialmente cuando están en juego temas importantes para la vida de la nación
como por ejemplo: La no violación de la Constitución Nacional, el cambio de la
Ley Electoral para impedir las “listas sábanas” La no privatización de los
recursos naturales y energéticos, la reforma del Poder Judicial. La lucha
contra la pobreza extrema y la desigualdad de la distribución de bienes, así
como la lucha frontal contra la corrupción generalizada reinante. Naturalmente
irán surgiendo otros grandes temas de
interés general. Lo importante es que la democracia participativa ya no siga
siendo una simple declaración doctrinaria, sino un camino de control y de
fiscalización de los poderes del Estado en defensa y consolidación de la
institucionalidad democrática.
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