Avanzan los
primeros días del 2014 y ya están abiertos los frentes de desafíos para el
gobierno y la ciudadanía. En ese sentido no puede existir ninguna duda de que
el combate a la corrupción será la madre de todas las batallas. La corrupción socava
y carcome todos los procesos y planes de desarrollo institucional. No bastarán
las buenas intenciones ni la solvencia técnica; será necesaria administración
transparente, eficaz y honesta para impedir que la corrupción desvíe los recursos
y destruya todo esfuerzo que sea comprometido en aras del bien común. La
sensación de fracaso que genera la corrupción es tremenda e impactante; genera
desánimos y pesimismos muy difíciles de remontar. En la edición de ayer, 5 de
enero, el Diario ABC Color afirma que: “Las roscas mafiosas en la
administración pública están intactas” en su nota editorial y concluye de esta
manera: “Si Horacio Cartes no entierra a la corrupción, la corrupción enterrará
al gobierno de Horacio Cartes”. Y con el
fracaso del gobierno se enterrará también al país podríamos decir nosotros. Es
que se desvían y malversan recursos escasos e importantísimos de una manera tan
miserable como en el caso del Ministerio de Agricultura y Ganadería, donde dos
ministros están siendo investigados, por la malversación de fondos destinados a
ayudar a pequeños agricultores. Se roba a los más necesitados su propio pan de
vida. En países del mundo comunista ministros así se suicidan o son ejecutados.
No somos partidarios del suicidio ni de la pena de muerte, pero aquí uno de los
ministros investigados es miembro del Consejo de la Magistratura y
designa jueces y fiscales y ni siquiera da un paso al costado para no
entorpecer la investigación fiscal y judicial. En otro orden de denuncias, en
el mismo periódico en la edición de ayer, página 16, se afirma que en 11 meses,
60 millones de dólares Fonacide repartió
a 246 municipios del país. El famoso Fondo Nacional de Inversión Pública y
Desarrollo (Fonacide), que tanto se había discutido para que no vaya al
despilfarro, incluso con intervención – creemos de buena fe – de connotados
periodistas de nuestro medio, casi todo perdido, desviado, malversado
irresponsablemente en los municipios, sin control alguno, sin responsabilidad
alguna, hasta ahora con total impunidad. Los niños no obtuvieron sus meriendas,
los colegios están destruídos, pero algunos intendentes se compraron vacas y
estancias y utilizan los fondos para gastos corrientes, según la denuncia del
Diputado Víctor Ríos que consta en la misma nota periodística que estamos
comentando. En estas condiciones no habrá nunca recursos suficientes. Esta
situación es sencillamente criminal. En
varios otros frentes la rosca mafiosa está intacta. El combate a la corrupción
no compete solamente al Poder Ejecutivo, sino también, y quizás
fundamentalmente, a la fiscalía y al poder judicial. Pero por sobre todo a la
ciudadanía, en la que, al final radica la gran esperanza de cambio verdadero en
el trazado del derrotero de dignidad que todos nos merecemos.
MORIR EN LA PAVADA. Este cuento utilizó el sacerdote en su homilía de este domingo. No citó ninguna fuente pero me pareció interesante como tema de reflexión y heme aquí intentando recordar los detalles del mismo. Un hombre que vivía cerca de una montaña había encontrado en la parte más alta de la misma un huevo. Este era más grande que el de la gallina, y más pequeño que el del avestruz. No podía serlo porque cómo harían la gallina y el avestruz para subirse hasta la cima, pensó. Lo trajo a su casa y como estaba empollando una pava lo puso en su nido. Nacieron las pavitas y entre ellas había una que parecía más grande y con algunos rasgos y pelos diferentes. Mamá pava cuidaba de todas ellas. Las pavitas crecían comiendo lombrices y frutitas silvestres. Cuando ya estaban crecidos los pavos, el granjero se dio cuenta que aquel huevo que trajo de la montaña era el de un cóndor. Sin embargo este pavo- cóndor seguía comportándose como los otros pavos. Un día que éste vio pasar un cón
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