AGUSTÍN
GOIBURÚ.
Este año las fiestas de la Candelaria y de San
Blás, el 2 y 3 de febrero, coincidirán con los 25 años de la destitución de uno
de los tiranos más sanguinarios y cruel del continente: El General Alfredo
Stroessner. Es bueno aclarar de antemano que hablamos de su destitución, no del
fin de su régimen, lamentablemente. El régimen corrupto, perverso y
prebendario, sigue vigente en gran medida un cuarto de siglo después. Duró 35
años en el poder y en ese tiempo dejó un saldo de más de 500 desaparecidos
(Diario Ultima Hora, 29 de enero de 2014, página 7). Durante todo ese tiempo de
su mandato miserable, no faltaron los que ocuparon los puestos de resistencia,
verdaderos héroes anónimos, que siguen siendo ignorados y excluídos de la
memoria histórica, porque sus vidas, sus luchas y sus muertes constituyen
testimonios de gran fuerza moral que no pueden soportar quiénes ocuparon y
ocupan cargos políticos sin honrarlos con la decencia y la honestidad. Uno de
esos héroes civiles de la resistencia, fue y es, el médico Agustín Goiburú.
Perteneció al MOPOCO, Movimiento Popular Colorado, pero el Partido Colorado no
rescata su figura como héroe. La ciudadanía, especialmente las generaciones
jóvenes, muy poco sabe de la dictadura, de las víctimas y de las heroicas
resistencias.
Se radicó en Posadas, Argentina, donde trabajó
en su profesión. Siguió denunciando que por el Paraná aparecían cuerpos
maniatados asesinados por el tirano. Según su esposa, Elba Benítez de Goiburú,
la primera vez le secuestraron en pleno Río Paraná, que surcaba con una canoa
con su hijo Rolando, cuando se dedicaba a prestar ayuda médica a sus pacientes
( Entrevista publicada en el libro “22 testimonios de lucha por la libertad” de
Antonio V. Pecci, Servi Libro, Colección Memoria Histórica). Fue duramente
torturado, pero logró escaparse de la Comisaría Séptima
de la capital, asilándose en la
Embajada de Chile. Volvió a Posadas, pero ante el acoso de
las amenazas y persecuciones ya dentro del Operativo Cóndor, la familia se mudó
a la ciudad de Paraná. En esta ciudad el 9 de febrero de 1977, a las 9 de la mañana,
al salir del Hospital San Martín, le secuestra un grupo comando, y desde
entonces figura en el grupo de los desaparecidos. Actualmente, y desde hace 8
años, su hijo Rogelio Goiburú, trabaja denodadamente y con muy poco apoyo, para
encontrar los restos de quiénes fueron privados de su libertad y nunca más se
supo de ellos. Rogelio Goiburú al mencionar su ímproba tarea, indicó que “los
paraguayos estamos obligados a trabajar en este campo de los derechos humanos
para no repetir nunca más estos delitos de lesa humanidad” (Ultima Hora, página
citada).
Es también nuestra obligación construir el
monumento dedicado a los héroes civiles de la libertad. Cuando eso cumplamos,
el nombre de Agustín Goiburú merecerá ocupar un lugar muy destacado en ese
monumento.
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