Las
palabras de lucha, logros y esperanzas del Presidente Ecuatoriano al prestar
juramento por un nuevo mandato presidencial nos motivaron a asociarlas con el
lacerante mensaje final, a modo de condena y profecía, del ex presidente chileno Salvador Allende,
pronunciado en los momentos previos de su muerte en 1973. “Este es quizás la
última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes", comenzó diciendo." Las Fuerzas Aéreas han
bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación. Mis palabras no
tienen amargura sino desilusión y va en ellas el castigo moral para los que han
traicionado a nuestra nación”. Había quedado sólo, firme en su voluntad, fiel a
su compromiso, leal hasta el final a la causa que él consideraba justa. “Y les
digo – continuó– que tengo la certeza de que la semilla que
entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser
segada definitivamente.
Ellos
tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos
sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen
los pueblos”.
A modo de
premonición de lo que iba a ocurrir en su dolida patria, entre el dolor y la
esperanza, Allende anuncia un tiempo nuevo: “Volverán otros hombres y borrarán
este momento gris y amargo, el de la traición a su pueblo, y verán ustedes que
mucho más temprano que tarde, volverán a ver abrirse las grandes alamedas, por
donde puede caminar el hombre libre para construir una patria mejor. ¡Viva
Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores! Tengo la certeza de que estas
palabras no se las llevará el viento, que estarán allí para enfrentar a la
felonía y a la cobardía”.* Y acalló su voz.
Un duro
silencio había acompañado los tiempos grises del hermano pueblo de Chile, hasta
que con gran madurez cívica volvió a emerger a la libertad.
Nuestro
continente siempre ha sido pródigo en héroes reconocidos o anónimos que
tuvieron y tienen protagonismo en la construcción de la gran patria
latinoamericana. Las grandes lecciones que nos legaron nos convocan
constantemente a redescubrir a nuestra América, ahondando en sus raíces más
profundas donde se atesora el sentido de
nuestra identidad y de nuestra dignidad.
No se nos
ha permitido estudiar la historia, la verdadera, porque sabían que a partir de
allí podíamos ser otros hombres y otros pueblos. Pero nunca será tarde para reemprender
ese camino porque en nuestro sufrido y
hermoso continente hay nuevas esperanzas y nuevas coyunturas.
Rafael
Correa y otros importantes líderes de la región así nos las confirman.
*El mensaje
de Allende fue publicado bajo la firma de Raquel Rojas, en el Diario Hoy, el 4
de setiembre de 1990.
Comentarios
Publicar un comentario