CARTA A UN
HERMANO.
Querido
hermano del alma. He leído y releído la carta de tu convocatoria. De la
convocatoria del Encuentro de
Solidaridad con tu hermana Blanca.
Intento comprenderte pero debo confesar que la situación que tú vives y
que vivimos contigo en esta circunstancia sobrepasa todo margen de
racionalidad. Es fácil advertir en tus
palabras la fuerza de esa rebeldía que se arraiga en el alma. Rebeldía que
trasunta dolor e impotencia y que se traduce en preguntas que reclaman
respuestas. ¿Porqué seguimos durmiendo en este país esta gran siesta del
atraso, de las improvisaciones y de la ausencia de políticas sociales serias? ¿Porqué
se sigue humillando la dignidad de nuestra gente?
“Lo que
pasa con mi hermana es un absurdo”, me
habías repetido más de una vez. Más que
el dolor de un hermano intuí en tus palabras una protesta desde tu profesión de
médico y de tu inclaudicable lealtad con
tu compromiso ciudadano.
Querido
compañero quiero agradecerte por el testimonio y el mensaje de tu vida en esta
circunstancia. Agradecer también por
la actitud tan serena y madura de los
colegas, de los estudiantes y de los familiares y amigos de Blanca que han traducido el dolor y la rebeldía en un
mensaje de solidaridad, de canto y de esperanza. Tú y ellos, todos ustedes nos
están diciendo que la vida siempre hay que celebrarla. Que hay valores
importantes en la vida de Blanca que hay que celebrarlos. La solidaridad es un
gesto muy digno y esperanzador y celebramos que ese sea el distintivo de este
encuentro.
Respecto a
tu descripción gráfica, elocuente y dolorosa de la situación que se vive en el
país, no podría dejar de coincidir contigo de que nos duele este país pero es
el único que tenemos y que su redención
sigue siendo una tarea pendiente. La capacidad de caminar juntos será un factor
decisivo para construir ese mañana diferente que todos anhelamos.
Confiamos
en que el Señor escuchará todas las oraciones que se elevan hasta El
pidiendo por la salud de Blanca y que
muy pronto estará recuperada.
Para ti,
desde la distancia, un gran abrazo de solidaridad y afecto.
(Postdata: No se pudo salvar la vida de Blanca. Con
ella el dengue se había cobrado otra preciosa vida. Ha pasado un tiempo desde
entonces. No le menciono a mi amigo por
respeto a su dolor y le pido perdón por publicar esta carta, que lo hago como
protesta por tanta improvisación y desidia de las autoridades sanitarias y de
los jefes de municipios que causan dolor y muerte de nuestros compatriotas de los que deberían
responder con todo rigor ante la justicia).
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