TRIENIO DE LA
JUVENTUD
La Iglesia católica
en Paraguay lanza en las festividades de la Virgen de Caacupé el Trienio de la
juventud, tres años a ser dedicados a los jóvenes de este país. Es una
iniciativa interesante a la que hay que augurar toda clase de éxitos porque el
país y los jóvenes viven un momento importante de la historia nacional. Desde hace más de un año los jóvenes
estudiantes secundarios están lanzados a
denunciar la corrupción reinante en las instituciones educativas, la
malversación escandalosa de los recursos cuantiosos del FONACIDE (Fondo
Nacional de Inversión Pública y Desarrollo) ante la mirada impasible y despreocupada
de autoridades nacionales y municipales y de la ciudadanía en general que no ha
reaccionado ni siquiera ante el paisaje de locales educativos cayéndose a
pedazos. En la Universidad Nacional de Asunción, la más importante del país, la
lucha del “UNAnotecalles” sigue pendiente y en zozobra porque la fortificada
estructura de la corrupción se auto defiende con todo su poder y privilegio y
no está dispuesta a ceder espacio de control compartido con los estamentos de
estudiantes y egresados no docentes. Es una lucha nacional muy importante,
porque representa el más auténtico y genuino emprendimiento por cambiar la
suerte del país, por derrotar el vasallaje del poderío corrupto que viene
imponiendo su dominio de injusticia y opresión sobre este pueblo noble y
sencillo. Será por ello muy
importante que desde todos los estamentos eclesiales se proyecte la verdad del
Evangelio dirigido a los jóvenes. Que se
les acompañe y se les ayude en sus ideales de servicio y de libertad. Ellos
necesitan más que nunca de testimonios de compromiso y de autenticidad en la
lucha por el cambio social y cultural. Un testimonio que la Iglesia Católica y
las Iglesias cristianas pueden y deben ofrecer como expresión de fidelidad a su
Fundador y Fundamento. Los jóvenes necesitan ver en su Iglesia la
expresión de amor y compromiso, de una Iglesia que se juega por ellos y que con
toda la fuerza de la misericordia, está con ellos en las buenas y en las malas.
Actualmente prevalece una hipocresía social y criminal con respecto a un amplio
sector de la juventud. Aumenta la violencia juvenil y a nadie le importa la
causa real de esta situación. Se habla de sus crímenes y asaltos pero ya ningún
medio de prensa habla de que la gran mayoría actúa bajo efectos de las drogas. El
consumo de la droga ha aumentado considerablemente y su difusión ha llegado a
las escuelas primarias; se detiene a micro- traficantes pero no a los
verdaderos proveedores porque estos gozan de complicidad política y hasta
policial. Se habla de más cárceles, de penas más duras, pero nadie habla de
centros de rehabilitación. El alcoholismo y la drogadicción son enfermedades
insuperables sin ayuda. Por otra
parte existen 270.000 jóvenes que no trabajan ni estudian, que conforman la
legión de los excluidos, con todo el drama de la problemática social juvenil
que requiere de un abordaje serio por parte del Estado y de la misma Iglesia.
No se puede seguir predicando el conformismo y la resignación. Este es uno de los capítulos del desafiante
campo de batalla para el Trienio de la Juventud. En cuanto a las nuevas tecnologías, con todo su abuso y dependencia,
estará bien que se advierta sobre su mal uso, pero no se debería quedar en eso,
sino en investigar su aplicación en bien de la educación y el servicio. Será muy importante ayudar a los jóvenes a
tener ideas propias, a autoafirmarse como persona, a tener sueños y tener la
capacidad para luchar por esos sueños. Hay sectores de la Iglesia que temen la
crítica y la autocrítica, que temen que los jóvenes hagan líos como lo
aconsejaba el Papa Francisco, que los jóvenes piensen por sí mismo y exijan
modelos de autenticidad, santidad y compromiso.
Considerando que para los creyentes Jesucristo es el fundamento
inspirador de su Iglesia, hay motivos para confiar que el Trienio de la
Juventud, será un tiempo especial de
gracia en bien de todo el país y de la propia Iglesia paraguaya en su misión
evangelizadora.
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