REFLEXIONES DE SEMANA
SANTA
Cantos y vítores.
Centenares de manos levantadas agitando en el aire las hojas entretejidas del
pindó paraguayo. El Señor de las Palmas cabalgando en su borrego se acercaba en
medio de la multitud hacia el lugar que asignaron en el altar preparado a campo abierto. Venían
en procesión desde otra capilla de la amplia parroquia conmemorando la
festividad del Domingo de Ramos dándose inicio de esta manera a la Semana Santa.
La muchedumbre se fue acomodando en los asientos mojados de rocío porque fueron
colocados en ese lugar en la víspera. En la extensa lectura del Evangelio de la
Pasión de Cristo se repasan los hechos de humillación a los que ha sido
sometido. El peor de todos fue su muerte en la Cruz. El párroco comenzó su homilía destacando el profundo significado de
esta festividad para todos los creyentes y personas de buena voluntad. De
pronto lanzó una pregunta interpelante:
¿Con cuál de estos personajes mencionados en el Evangelio de la fecha nos
sentimos más identificados? Quedó en silencio como para dar tiempo a la
reflexión de cada uno de los presentes. ¿Con Judas Iscariote? ¿El que le
vendió a su Maestro por 30 monedas? Fue terrible comenzar por Judas. ¿Alguna
vez hemos perjudicado a un amigo, a un familiar o una persona muy apreciada por
nosotros? Si creemos que no hemos dañado a nadie por interés, enseguida se nos
viene la siguiente pregunta: ¿Conocemos
a personas que hayan causado daños a otros aprovechándose del oportunismo? Y en
este punto pensamos en la corrupción reinante.
El robo de recursos que puede ocasionar hasta la muerte de los
necesitados en salud y alimentación. El Papa Francisco fue muy duro al respecto
al señalar que el pan de los corruptos es un pan sucio. Judas enloqueció de remordimiento y se suicidó.
Nuestros corruptos ostentan los recursos de sus latrocinios, intentan aparentar
ser honesto y hasta donan a las
Iglesias. A Pedro, que lloró amargamente cuando escuchó que el gallo
cantaba por tercera vez. ¿Cuántas veces hemos mentido negando la verdad?
¿Cuántas veces no hemos sido capaces de testimoniar a favor de un hermano o un
amigo? A Poncio Pilato que gobernaba la
provincia en nombre del gran imperio romano. Que habiendo encontrado inocente a
Jesús le envió junto a Herodes el Sumo sacerdote judío pero tampoco Herodes
pudo inculpar al Nazareno a quién envió de nuevo ante la presencia de Pilato,
quién estaba tan convencido de la inocencia, que para intentar salvarle puso a su lado a
Barrabás, con la opción de que uno de los dos sea liberado. Pidieron por Barrabás.
Aquella multitud que unos días antes le aclamaba a Jesús en su entrada a
Jerusalén, ahora pedía a gritos su crucifixión. Y el miserable político,
con todo el poder que ostentaba, traicionó su conciencia, se lavó las
manos-como si ese acto pudiera liberarlo ante la historia- y condenó al
INOCENTE. ¿Cuántos de nuestros políticos
han claudicado en la defensa de la verdad y de la justicia? ¿Cuántas veces
habremos sido Pilatos condenando cobardemente a nuestros semejantes a las
peores injusticias? ¿Cuántos de nuestros políticos se lavan las manos por no
comprometerse con las causas más justas de nuestro pueblo? Es posible que
tampoco hayamos imitado a Simón el Cireneo que ayudó a Jesús a sobrellevar el peso de su cruz. Cada vez
hay más indiferencia y dejamos a los demás, aún a los seres más cercanos, a
sufrir y a morir en sus necesidades.
Es terrible la historia de la pasión de Cristo
y eso que todavía no hablamos de fe ni de religión, sino de un hombre
sacrificado en base a la mentira, la hipocresía y los intereses mezquinos, como
han sido sacrificados a lo largo de nuestra historia tantos otros hermanos
nuestros que intentaron testimoniar y servir con sus vidas a la causa de la
verdad y de la justicia.
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