PRESUNCIÓN PERVERSA
Ha bajado la
temperatura, ya no hay incendios de sub-estáticas y hay menos cortes de energía
eléctrica pero no hay que bajar la guardia, los buitres de la privatización
siguen volando bajo, siempre al acecho.
En los días de los cortes de energía corrieron todo tipo de
presunciones. La más baja y perversa es la presunción de que el fracaso de la
ANDE (Administración Nacional de Electricidad) era provocado intencionalmente
para preparar el camino de la privatización de la misma. ¿Existe alguna
posibilidad de que esta presunción tuviera alguna base de verosimilitud? Habría
que responder que sí, porque el afán de ganancia del capitalismo realmente no
se detiene ante ninguna consideración. Pero
esto tampoco significa que debemos justificar a cualquier precio las
deficiencias, las imprevisiones, la manipulación política y el manejo
clientelar y prebendario al que ha sido sometida la ANDE hasta nuestro día. Es
una lástima este descuido de tan importante servicio. La falta de una política
energética del país es un déficit de los gobiernos y de la misma clase política
nacional. La Ande fue manipulada y
usada por los políticos de turno. Se la
obliga a aportar al presupuesto del erario público unos 40 millones de dólares
anuales que bien podría reinvertir en el mantenimiento de sus instalaciones, y eso a pesar de que el sector público le
adeuda por la prestación del servicio unos 140 millones de dólares. A eso hay que sumar los altos costos
administrativos por exceso de funcionarios y beneficios especiales, así como
los subsidios abiertos y encubiertos, o simplemente el robo de su energía. Jamás
se podrá aceptar el manejo corrupto de la ANDE pero aún así no se justifica su
privatización. Es un servicio estratégico y su transferencia
al sector privado puede comprometer la soberanía. En un momento dado el estado
puede subsidiar la electricidad y el combustible en un plan de desarrollo pero
ese déficit puede resultar cubierto con la mejor recaudación impositiva que se
podrá obtener del crecimiento económico. El servicio público en manos del
Estado no siempre es para ganar dinero. Puede comprometer la soberanía
porque el manejo privado de tan importante servicio puede ser una herramienta
política muy poderosa. Recordemos que en Venezuela tuvo una gran influencia
política la presión de los supermercados al hacer faltar a la población
productos básicos de primera necesidad.
¿Cómo reaccionaría la gente en nuestro país si de pronto tenemos problemas de
agua, combustible y electricidad? Ningún
gobierno aguantaría tres meses una presión de esta naturaleza. ¿Qué es lo
que pretendería el capital privado? La venta de la electricidad en centros
poblados, donde se asegure ganancias. Pero
la ANDE tendrá que seguir haciéndose cargo de la extensión de redes a sectores
rurales y pequeñas poblaciones, tendrá que seguir investigando la posibilidad
de utilización de otras fuentes de energía como la solar o la eólica. Es
mentira que con el servicio privado se abarate el costo de la energía, al
contrario aumentará y habrá menos reinversión y se producirá la fuga de
capitales al exterior. Tenemos muy cerca una experiencia fallida de la
privatización. El problema que tiene
Buenos Aires, con más de 70.000 usuarios sin electricidad, cuya atención
se “calesitea” con los cortes programados a los que llaman “alivios de cargas”
dejando por turno barrios enteros sin electricidad. La ciudadanía debe mantenerse atenta.
La corrupción en todos los niveles es un cáncer que debe ser combatido. Pero que no nos venda gato por liebre. La existencia de corruptos nunca podrá
justificar la enajenación de la prestación de un servicio estratégico que puede
comprometer seriamente la soberanía y el futuro del país.
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