EL GRAN FRAUDE
Los tres de febrero
de cada año desde 1989 se intenta revivir y rememorar los episodios que
marcaron la salida del poder y del país de uno de los tiranos más longevo de
América. En ese afán aparecen los que presumen de historiadores, de supuestos
testigos calificados, de entendidos que pretenden encauzar explicaciones de la
manera en que se fue gestando el golpe cívico militar contra el finalmente
fugado. Otros se dedican a resaltar
los prolegómenos de las acciones militares, las comunicaciones de los “Carlos”
que la acción de uno fue más importante que la del otro, que arriesgaron la
vida, que uno intimó la rendición, etc. etc. Nunca se habló de la cantidad de muertos, y la mañana de aquel 3 de
febrero sólo quedaba rastros de la balacera en los muros del comando
presidencial. Treinta y cinco años después, de opresión, angustia y muerte, la
ciudadanía tenía motivos para gritar en las calles su gran júbilo por la salida
del tirano y pensar con esperanza que aquel cuartelazo sería el comienzo de una
revolución y el camino - por fin- hacia días mejores, de justicia, de libertad,
del derecho y de la anhelada democracia. ¿Cuánto se ha avanzado en el logro
de esos objetivos 27 años después? Sacar al tirano era necesario e importante,
pero aparte de esa salida en todo este tiempo casi nada ha cambiado. Seguimos siendo uno de los países más
corruptos del mundo, a ninguno de los que se enriquecieron durante la
dictadura, se le denunció y se le exigió que devuelva parte de lo robado. No se
recuperó ni un metro cuadrado de las grandes extensiones de tierra que fueron
entregadas a generales amigos y a los terratenientes extranjeros. Al contrario,
la problemática de la tierra, es mucho peor que cuando entonces. Se
despobló en gran parte el campo, y los últimos campesinos propiamente, resisten
heroicamente en los asentamientos asediados constantemente por las amenazas de
los empresarios agrícolas que cuentan con el apoyo de fuerzas militares y
policiales, de jueces y fiscales, que favorecen los atropellos. La desforestación se aceleró
extraordinariamente y los agrotóxicos contaminan cada vez más el medio ambiente
enrareciendo el clima con sequías e inundaciones. Las comunidades nativas
siguen agredidas como antes, o peor que antes. La corrupción empeoró
extendiéndose a todos los niveles. Hay mucho más pobreza que antes. El cuoteo
político aseguró el funcionamiento del sistema, porque no se lo usó solamente
para los cargos sino también fue un acuerdo en la repartija de los beneficios
de los bienes del estado. Los luchadores que regresaron del exilio muy
pronto fueron cooptados por el sistema y muchos de ellos terminaron con buen
acomodo. ¿Hay más libertad? Sí,
relativamente, pero si la denuncia compromete a ciertos sectores del poder, se
la minimiza o se la acalla. Para eso se apoderaron de los medios de
comunicación. Con esta mirada, podemos concluir que el golpe del 3 de febrero
del 89, fue un acomodo, una disputa entre compadres. A ninguno de sus
protagonistas le importó nunca la democracia, ni la dignidad ni la justicia. No
hubo revolución, fue una gran oportunidad perdida. No se operó ningún cambio.
Fue un tremendo fraude fraguado contra los verdaderos intereses de nuestro
pueblo.
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