TERRA DE
NINGUÉIN.
En la
semana pasada se publicó el asesinato de un indígena en la zona de Capitán
Bado, ciudad fronteriza con Brasil. El cuerpo de la víctima estaba maniatado.
La información fue discreta, tan discreta que ni siquiera se mencionó el nombre
del fallecido. Responde a la ley de la frontera, de la ley de la discreción y del silencio que impone la mafia
fronteriza. En esta población de tanto en tanto recrudece la violencia. Cunde
el miedo, se vive momentos de tenso clima, y los asesinatos permanecen impunes
porque los habitantes se niegan a proporcionar cualquier información que
permita el esclarecimiento de los mismos.
La frontera
es violentada cotidianamente. Policías brasileños se introducen a la ciudad sin
ningún tipo de restricciones y hasta imponen sus propias reglas. Cuentan los
lugareños que incluso la policía del vecino país llegó a imponer una especie de
toque de queda en alguna oportunidad prohibiendo a los habitantes que transiten
por las calles de Capitán Bado, localidad paraguaya, a partir de la una de la
madrugada. Actualmente ya no es tan así, aunque siga operándose el ingreso de
los policías brasileños. Hay una suerte de cooperación entre las fuerzas de
seguridad de ambos países, pero la fuerza policial paraguaya está muy infradotada.
Tampoco hay
mucha reciprocidad. La policía paraguaya no ingresa al Brasil.
Es el
problema de la frontera seca de centenares de kilómetros. É a terra de
ninguéim, como dicen ellos. La tierra de nadie. Las bandas de delincuentes
operan en un país y se refugian en el otro y vice-versa. La delincuencia se ha
internacionalizado con preponderancia en el ámbito del narcotráfico.
La
problemática fronteriza sin embargo no se agota en lo que se refiera a la
producción y al tráfico de drogas. Se traduce además en desforestaciones
ilegales, en contrabando de rollos y de ganados y en tenencia de tierra en
áreas restringidas por normas legales que nadie respeta. Se llega a quebrantar
dolorosamente la soberanía en el campo cultural y educativo. Se habla y se enseña
en la lengua del vecino país y en algunos lugares ya no hay compatriotas que
puedan ejercer los cargos públicos mínimos necesarios. No hay política de
defensa de soberanía de nuestro país. En estas condiciones no sería nada raro,
que las actuales terras de ninguéin, tierras de nadie, pero que sin embargo
pertenecen a nuestro territorio, amanezcan un día cualquiera, con una bandera
diferente al nuestro.
Comentarios
Publicar un comentario