HONESTIDAD
Y DESHONESTIDAD.
Una tensión
permanente.
Es difícil
que alguien sea totalmente honesto o totalmente deshonesto. Podemos decir que
la vida se desenvuelve tensionada entre estos dos extremos y que al final nadie
realmente asciende o desciende hasta los límites máximos de cada uno. Tampoco
es fácil englobar sus conceptos pero vale la pena intentarlo descriptivamente.
Honestidad
es decencia, decoro, modestia. Es tener ideales nobles y superiores y
sostenerlos siempre aun a costa de sacrificios.
Honestidad es obrar siempre con rectitud y justicia, con
responsabilidad, con espíritu de servicio, con sinceridad. Es obrar con amor a
la verdad. Es tener una moral acrisolada en el yunque de la vida que nos ayude
a tener la capacidad para soportar los valores falsos que imperan en la
sociedad.
Primero hay
que ser honesto consigo mismo para luego ser honesto con los demás. Ser honesto
consigo mismo es tener conducta intachable, es ser consecuente con los
principios rectores de la vida. Ser honesto consigo mismo es condición
indispensable para tener una personalidad propia y adquirir la libertad. Ser
honesto consigo mismo nos permite evitar ser un simple juguete del vaivén de la
existencia sin posibilidad de dignificarnos y de realizarnos como persona.
Por su
parte el deshonesto se deja guiar por valores equivocados, vive de la mentira y
de la falsedad.
No es suficiente no robar para decir que somos honestos, hay
muchas otras formas de deshonestidad. Es deshonesto el que renuncia a su
dignidad como persona. El que miente en el amor y en la amistad. El que no
lucha por algo noble y altruista. El que se deja estar y derrocha su vida en el
vicio, en la pereza y en la existencia vacía aunque procure disfrazar esa
vaciedad con placeres egoístas y vanos que al poco tiempo se diluyen en nuevas
insatisfacciones. Es deshonesto el que no es capaz de expresar sus ideas con
valentía y libertad.
En síntesis
se puede decir que la honestidad es un valor indispensable para forjar una sana
y robusta personalidad en el individuo y una ayuda invalorable para sostener
los más elevados ideales de la vida. Los
pueblos necesitan de sus hombres y mujeres honestos para apuntalar la búsqueda
de su progreso y felicidad bajo el pensamiento rector del verdadero sentido del
bien común.
La honestidad
es indispensable en la búsqueda de la libertad y la dignidad.
Vale la
pena esforzarse por ser honesto.
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