EL ORÁCULO
DE DON HORACIO.
A pocos
días de asumir el cargo el señor Horacio Cartes sigue consultando su oráculo,
del latín oraculum, que según el
diccionario Universal Larousse,
significa “Respuesta de una divinidad a la que se hacía consulta
conforme a unos ritos determinados”.
Pero hay otras dos acepciones, de las cinco en total del mismo
diccionario, que podrían tener alguna significación para su caso: La cuarta, “Afirmación decisiva y tajante que se admite sin discusión por la gran
autoridad de quién la emite” y la quinta, “Persona o entidad a la que todos
escuchan con respeto por su gran sabiduría”. Los ritos están cumplidos, alguien
le convence para dedicarse a la política, le afilían, vota por primera vez y ya
resultó electo. No tiene mucha experiencia en política pero conoce de fútbol y
se lanzó a conformar su equipo en base al historial de cada uno, sin consultar
mucho a los socios del gran club. Al final un buen técnico tiene que tener la
capacidad de conformar su equipo sin dejarse influenciar demasiado, al menos de
entrada, ya después cuando los resultados resulten mezquinos, tendrá que
aceptar algunos condicionamientos. Los
socios del gran club están inquietos, se ven amenazados en sus proyectos de
resultados y beneficios y están expectantes. Varios de ellos se sienten “buenos
jugadores” o tienen sus “valores” que según ellos tendrían que estar en el
equipo. En esta etapa necesita imponerse de manera “decisiva y tajante” y a eso
se juega, porque él también tiene dudas de que se le respete por “su gran
sabiduría”. El y su equipo se proponen ayudar para conseguir disminuir la
pobreza, y para eso, centra su atención en generar trabajo, pero sabe que el
trabajo no será la panacea. Un proceso de industrialización requiere de mucho
tiempo. La maquila mal encarada genera más pobreza y esclavitud. La gente del
campo no tiene tierra, ayuda ni arraigo.
Vende su tierra, su derechera o lo que sea, presionada por el monocultivo
empresarial y sus químicos tóxicos. Los centros urbanos están acordonados de
extrema pobreza y en las pequeñas chozas de cartón crecen centenares de miles
de niños sin futuros y sin esperanzas que pasarán a engrosar la drogadicción y
la criminalidad. Sabe o debe saber que tendrá que generar recursos y
administrarlos muy bien para intentar hacer algo.
¿Y los
equipos contrarios? Sabe que tiene enfrente a grandes clubes. El club de los
productores agroexportadores que eluden 500 mil millones de guaraníes al año,
el club de los contrabandistas, el club de los sobrefacturadores, el club de
los evasores, sin dejar de considerar el club Alibabá y los 40 ladrones que
tiene una selección de los peores intendentes y gobernadores departamentales.
Tendrá que consultar muy bien su oráculo don Horacio, porque, como el ha jugado
en algunos de estos equipos adversarios, si su gestión al frente del gobierno no
resulta favorable a los intereses de los mismos, le considerarán un traidor. Tampoco puede
confiar demasiado en su propio gran club donde le conocen como nuevo y venido
de afuera y tampoco sus asociados le dejarán accionar en contra de sus
beneficios clientelares. En estas condiciones lo más probable es que termine
mimetizándose en la inacción y la indecisión, mirando el partido desde fuera de
la cancha esperando el pitazo final. Y hasta es posible que como corolario de
su “buen comportamiento” termine autocondecorándose como su “ilustrado”
predecesor.
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