ENGAÑO Y
DESENGAÑO.
Si bien no
es tan fácil engañar a la gente es mucho más difícil desengañarla después. Una
anécdota referida a la vida del escritor y periodista norteamericano Mark
Twaín, señala que éste era un niño travieso pero muy listo. Cuenta que una vez
pasó por el pueblo en el que él vivía un hipnotizador y Twain se enteró que
aquel hombre buscaba a un niño como médium y se acercó a ofrecerse.
-¿Crees que
sirves? – le dijo. - Si nos ponemos de acuerdo, sí – le contestó. Aquello gustó
al hipnotizador. Se puso de acuerdo con el niño y la sesión fue un éxito. La
madre de Twaín lo supo y quedó maravillada de que su hijo tuviera dotes
sobrenaturales. Twain no le confesó la verdad, por miedo a que su madre la
contara a los otros vecinos. Pero terminadas las sesiones y luego que el mago
se haya marchado, Twaín le dijo la verdad a su madre y ella no le quiso creer.
–No, no – le decía. Tú tienes algo demoníaco que no tienen los otros.
Twaín,
cuando explicaba esto, decía: - Si es difícil engañar a la gente, es mucho más
difícil convencerla después de que se le ha engañado.
Esta
conclusión final tiene fuerza expresiva y actualidad permanente. “Si es difícil
engañar a la gente es mucho más difícil convencerla después de que se le ha
engañado”. Esto explicaría porqué es tan difícil liberar de sus errores a la
gente, porqué es tan difícil convencer de lo contrario a la gente que cree en
la superchería de los charlatanes de turno. ¿Quién le convence al que cree en
un mito que eso no es la verdad?
Esto
aplicado a la sociedad igualmente tiene vigencia. Hay mitos que tenemos que
destruir. Las estructuras del autoritarismo y la discriminación permanecen
intactas en muchos órdenes de la vida ciudadana. La sombra del monstruo de la
corrupción sigue proyectándose sobre todo el país. Las postergaciones de los
reclamos populares siguen latentes. Hay injusticias pendientes. Hay fantasmas
acechando a las buenas intenciones.
Mucho tiempo nos dijeron que la libertad es un peligro y que no
estábamos en condiciones de vivir bajo su imperio. ¿Cómo se explica que las
víctimas – campesinos, obreros, gente de la extrema pobreza – sigan votando a
sus victimarios? ¿Cuándo podrán entender que los causantes de su situación
extrema son los que llenan las listas sábanas cada cinco años? Hemos dejado de
creer y tenemos que volver a creer. ¿Dónde está el brujo? ¿Dónde está el médium
que nos pueda devorlver la fe hacia las cosas públicas?
Nuestras
necesidades deberían ser compensadas por una nueva conciencia y una nueva
esperanza. Y eso es lo malo. Es débil nuestra credibilidad. Nuestra moral
ciudadana no está consolidada y todo porque es muy difícil devolverle la fe a
un pueblo engañado por tanto tiempo.
Comentarios
Publicar un comentario