COMPROMISO
SOCIOPOLITICO DEL CRISTIANO.
El primer
compromiso del laico es con la persona humana, que comienza por la propia
renovación interior. De esta conversión del corazón surge la defensa y
promoción de la vida , tanto en la familia como en la sociedad. El segundo
compromiso es con la cultura, el tercero con la economía y el cuarto compromiso
es con la política que es una tarea de servicio a los demás a través de la
búsqueda del bien común. Ningún laico puede renunciar a participar en política.
En ese sentido, es posible que los
laicos puedan militar en diferentes partidos políticos porque no todos
interpretan de la misma manera la forma de hacer política y porque las
soluciones pueden ser también diversas. No obstante, el criterio para
participar es que el partido o movimiento elegido tenga como fin último el bien
común, no el bien particular o partidario. “En todo caso – dice el Compendio de
la Doctrina Social
de la Iglesia
en su numeral 573 – su adhesión a un partido no será nunca ideológica sino
siempre crítica”.
Por eso es importante que todos los laicos
puedan identificar en las situaciones políticas concretas, las acciones
realmente posibles para poner en práctica los principios y valores morales
propios de la vida social.
Es muy
importante lo que afirma el documento conciliar “Gadium et spes” sobre el
compromiso sociopolítico del cristiano: "Están lejos de la verdad quiénes,
sabiendo que nosotros no tenemos aquí una ciudad permanente, piensan que por
ello pueden descuidar sus deberes terrenos, no advirtiendo que precisamente por
esa misma fe están comprometidos, según la vocación a que cada uno ha sido
llamado” y más adelante agrega: “El cristiano que descuida sus obligaciones
temporales falta a sus obligaciones con el prójimo y con Dios mismo y pone en
peligro su salvación eterna”(Gadium et spes n. 43).
En el caso
de nuestro país, periódicamente los obispos analizan colectivamente la realidad
nacional desde su experiencia de pastores de la Iglesia y a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia , llamando a la
reflexión a la ciudadanía, denunciando con vehemencia“la acentuada gravedad de
la crisis de la moral pública y privada, de la vida política y de la administración
judicial, de la situación de injusticia social y económica de la población. Es
evidente el malestar generalizado, el descontento de grandes sectores ante la
conducta de dirigentes y autoridades, que parecen ignorar esta realidad. Esto
nos lleva a decir: basta ya a la escandalosa corrupción, a la grosera impunidad
que lleva a la aplicación de la justicia por cuenta propia, a la ingerencia
política en el poder judicial, a apelar a torpes medidas para subsanar el
déficit económico, en detrimento de la salud, la educación, las necesidades
básicas de la sociedad y la guarda del medio ambiente. (CEP: Carta Pastoral N°
29 “Orientaciones hacia una nueva sociedad” Asunción, 2002)
¿Y qué es lo que un ciudadano cristiano debe analizar al evaluar su intención de voto a un candidato dado?. Fundamentalmente que el programa de gobierno y el perfil del candidato propuesto indiquen que se defenderá en su mandato a la persona y a su dignidad y que se antepondrán los intereses del bien común a los intereses particulares y partidarios. En ese sentido podemos afirmar que un buen cristiano deberá ser también un buen ciudadano. Es imprescindible la coherencia entre fe y vida. Porque si se es corrupto o se apaña la corrupción es más que probable que la fe que se dice profesar sea una mentira.
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