UN PAÍS EN UNA GRAN PRISIÓN.
La tragedia en una de las
penitenciarías del país acaparó la atención de la ciudadanía en los últimos
días. Fueron asesinados 10 reclusos. El
impacto no fue solamente por la cifra sino por la forma en que fueron
ejecutados; 5 fueron decapitados y tres
incinerados, estando maniatados. Otros dos fallecieron por estocadas. Durante 4
horas, una de las facciones dominó el penal de la ciudad de San Pedro del
Segundo Departamento. El director de esa
penitenciaría y la mayoría de los guardias habrían sido designados por favores
políticos, sin contar con la preparación profesional necesaria. Se descubrió, además, que 4 traficantes de drogas gozaban del
privilegio de cumplir su prisión en una supuesta granja, localizada fuera del recinto
penitenciario, sin guardia, con sus familiares, con todas las comunidades y
hasta con vehículos disponibles. El gobierno reaccionó prometiendo más
cárceles. ¿Cuántas cárceles más serán necesarias? Actualmente la población penal es de 16.800
presos y la capacidad carcelaria es de apenas 4.800 presos. Cada año ingresan 1000 nuevos presidiarios y los
liberados son unos 100 lo que arroja un saldo anual de 900, por ahora, puede
ser más. La situación de los presidiarios es dramática e inhumana. Si no mueren
por estocadas mueren por hambre o enfermedades.
La Comisión Revisora de los Derechos Humanos, llegó a comprobar que en
una celda para 3 personas estaban hacinados nada menos que 19 presos en la
Cárcel de Tacumbú, de Asunción. También
se comprobó que muchos de ellos duermen en la intemperie sin colchón ni nada, sin
importar que llueva o haga frío. El ex Fiscal General del Estado, Germán
Latorre, afirmó “que se debe atacar las causas del hacinamiento y no construir
más cárceles” Señaló que el Estado es responsable por la vida de los
presidiarios y que al no impedir las graves violaciones de los derechos
fundamentales de los mismos, puede ser demandado y condenado al pago de sumas
siderales. La ex directora de Institutos Penales, Olga blanco, afirmó a su vez
que la “impunidad y los negocios turbios son dos de los principales factores de
la crisis penitenciaria” (Diario Última Hora, páginas 52 y 53, de la edición
del día 20 de junio de 2019) También se hace constar en la mencionada
publicación que la corrupción mueve alrededor de 1.500 millones de guaraníes mensuales
solamente en la Cárcel de Tacumbú. En este penal se cobra todo, hasta por anticipar visita de familiares. Gran parte del hacinamiento es responsabilidad del Poder
Judicial con su deficiencia e irresponsabilidad. El 76% de la población penal
no tiene condena. Se abusa de la prisión preventiva. La gran mayoría de los presidarios son
jóvenes. Grandes traficantes asociados
al poder político proveen y distribuyen drogas en el país siendo la juventud su
presa favorita. Convierten a los jóvenes en víctimas y victimarios. Las drogas
más la pobreza extrema multiplican la
inseguridad y los asaltos, que terminan por generar el aumento exponencial de
la población penitenciaria. Se les tira
a las cárceles sin considerar su situación de droga dependencia. No hay centros
de rehabilitación. Los ex presidiarios liberados no tienen otra opción que
seguir siendo delincuentes. No existe ninguna política de reinserción a la
sociedad. Debido a eso se les obliga a terminar reclutados por las grandes
organizaciones criminales. La corrupción y la impunidad son la gran causa de
esta tragedia humana y ciudadana. En
este país se miente y se roba a mansalva, con total impunidad. A tal punto
llega esto que si se le encerrara al país dentro de un gran muro, no sabemos
cuántos, legalmente, podrían ser liberados por la justicia.
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