INCERTIDUMBRE
POLÍTICA
Se acerca la fecha de
las elecciones partidarias que definirán las candidaturas para las elecciones
nacionales de abril próximo y el panorama general sigue en la
incertidumbre. Predominan los dos
partidos tradicionales: La Asociación Nacional Republicana Partido Colorado y
el Partido Liberal Radical Auténtico. Estas dos asociaciones políticas
acaparan, teóricamente, el 86 % de todo
el electorado habilitado para el 2018, que son 4.260.816 empadronados. De esta
cifra 54% corresponde al Partido Colorado, 2.309.098 electores y 1.362.604, el
32 % al Partido Liberal Radical Auténtico.
Es importante destacar que los no afiliados y partidos menores
concentran el 14%, un total de 589.114 personas (Informe publicado por el
Diario ABC color del día 24 de setiembre del 2017) En una primera mirada
parecería que el Partido Colorado domina totalmente el escenario político por
su caudal de electores, pero en la realidad de los hechos, estos datos caen en
la nebulosa de la incertidumbre debido a que nada menos que, 1.600.000
electores, tienen doble o más
afiliaciones y están repartidos en gran porcentaje en los mencionados partidos
tradicionales (Diario Última Hora, 24 de noviembre de 2017) Esta irregular situación se ha denunciado repetidamente pero ninguno
de los partidos políticos ni la Justicia Electoral han tomado medida para
esclarecer y superar esta anomalía. Solamente se optó por realizar las elecciones partidarias de manera simultánea en un mismo día, para evitar en lo
posible la doble votación. ¿Cuántos de estos electores con doble afiliación
corresponden a cada uno de los partidos tradicionales? Por otra parte, si
bien es cierto que en los partidos más pequeños también se da la doble
afiliación, este tercer espacio va creciendo y ya totalizan casi 600 mil
electores, el 14%, que en determinadas
circunstancias puede decidir resultados electorales a nivel nacional. Tanto en el Partido Colorado como en el
Partido Liberal Radical Auténtico existe competencia electoral, especialmente a
nivel de candidatos a la presidencia y a las gobernaciones. Para el electorado
nacional no genera mucha expectativa porque los candidatos no difieren uno del
otro, lo que significa que seguirá el mismo modelo político imperante. En las listas parlamentarias predominan
candidatos que buscan su reelección, lo que decepciona a la ciudadanía, porque todo
hace suponer que seguirá reinando el mismo sistema de corrupción que viene
imperando. Esta decepción y desencanto de la ciudadanía deviene del hecho de
que “los partidos políticos no se han democratizado internamente. Así es
difícil introducir mecanismos de participación. Hace tiempo que las estructuras
partidarias han perdido autoridad moral, funcionando solo para las contiendas
electorales que a su vez, cada vez están más mercantilizadas” (Pillar Callizo,
referente del liberalismo, Diario Última Hora, 8 de octubre de 2017) En ese
mismo sentido se expresó el Dr. Aníbal Filártiga, Director del Hospital del
Trauma, señalando que los “Partidos políticos negocian impunidad de
impresentables en sus listas. No tenemos una verdadera democracia, sino una
“demotanasia” una palabra que no existe pero con la que indico que se está
matando lentamente la expresión, la voluntad y la elección del pueblo. Y este
moderno apocalipsis tiene cuatro jinetes que son: Los partidos políticos, la
justicia claudicante, el canibalismo político y la percepción que se origina en
las redes sociales” (Diario Última Hora, 22 de octubre de 2017) Cuando al doctor Filártiga en esa misma
entrevista, se le preguntó si consideraba que este manejo del aparato
partidario hace imposible tener esperanzas en nuevos horizontes, en verdaderos
cambios, respondió: “Absolutamente” Finalmente podemos afirmar que la
incertidumbre política no se refiere a quién o quiénes van a ganar las
contiendas partidarias, sino de qué manera y cuándo se podrá romper esta
estructura corrupta del poder político imperante. La situación se agrava por el
acrecentamiento del poderío de la mafia, del narcotráfico, de la corrupción generalizada
y la presencia en el país de organizaciones criminales internacionales que
disputan controles territoriales en
cumplimiento de sus nefastos objetivos.
El país corre el riesgo de perder su horizonte de dignidad y soberanía y
se requerirá de toda la fuerza de la participación ciudadana para asegurarle el
derrotero institucional que se merece.
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