LA AMISTAD QUE CELEBRAMOS
No hay ninguna duda de que la amistad es el más bello
sentimiento que puede atesorar el ser humano. Por ello en recordación de este
don tan maravilloso, cada 30 de julio extendemos las manos y nos abrazamos con
nuestros amigos más queridos y cercanos. También recordamos a los que están
lejos en el tiempo y en el espacio. Recordamos en especial a aquellos que se
jugaron por nosotros en momentos difíciles y sin pedir nunca nada a cambio. La
celebración del Día de la Amistad de manera tan especial tuvo su origen en un
hermoso rincón del norte paraguayo, en el lejano y otrora orgulloso Puerto
Pinasco en el Alto Paraguay. Unos vecinos y amigos decidieron fundar una
entidad denominada “Cruzada Mundial de la Amistad” un 20 de junio del año 1958
y desde entonces fue creciendo en reconocimiento, primero a nivel nacional y
después a nivel internacional, gracias a la perseverancia y obstinación de uno
de sus fundadores el Dr. Artemio Bracho, médico de profesión que nunca dejó de
luchar y promocionar esta celebración. Treinta y dos años después de su
fundación, fue reconocido como Día Nacional de la Amistad cada 30 de julio, por
el Decreto del Poder Ejecutivo N° 6435 del año 1990. Pero el doctor Bracho, no se conformaba,
quería que la celebración trascendiera a nivel internacional. Su persistencia
tuvo su fruto. La Asamblea General de las Naciones Unidas por una disposición
del 3 de mayo del año 2011 dispuso que el 30 de julio de cada año se celebre el
Día Internacional de la Amistad. Su lema es “Por un Mundo Mejor y más Humano” y
este lema es la proclamación de un compromiso para cada uno de nosotros, para
todo nuestro país y también para las Naciones Unidas. ¿Realmente la celebración
del Día de la Amistad nos ayudó a ser mejores como persona? ¿Nos ayudó a ser
más solidarios, respetuosos y abiertos hacia los demás? O simplemente seguimos
igual o peor que antes. O los abrazos y saludos son simples formalidades que
cumplimos de labios para afuera. A nivel nacional tampoco tiene asidero formal
la celebración de este día tan especial.
Nuestros políticos en general no se apean de sus orgullosas terquedades
y utilizan el poder que detentan en sus propios beneficios. Al parecer también hay más peleas en las
familias y en nuestras calles afloran la agresión y la falta de respeto generando
la impaciencia y el stress de cada día. Pero a nivel internacional tampoco
cambia mucho. Persisten condiciones de enfrentamientos y amenazas. Los imperios
acrecientan sus poderíos armamentistas y si bien se pasan, supuestamente dialogando, ninguno reniega de sus fuerzas y preponderancias. Las batallas
están en muchos frentes y aunque digan
que trabajan por la paz son incapaces de establecer acuerdos mínimos para proteger al planeta que habitamos. Todo parece
indicar que nuestra celebración puede convertirse en una gran mentira. Pero en
el fondo debemos confiar de que estamos llamados a la esperanza. Que la utopía de
tan bello sentimiento es capaz de conmovernos al calor de cada abrazo
haciéndonos partícipes de la construcción de ese mundo mejor y más humano. Que
así sea. Entrego a todos mis amigos el
abrazo grande de amistad con motivo de esta celebración.
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