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EL ARTE DEL BUEN VIVIR

EL ARTE DEL BUEN VIVIR


Es extraordinario el aporte del doctor y sacerdote salesiano de origen italiano Padre José Zanardini radicado en el Paraguay desde 1978.  Tiene títulos en Ing. Química, Ing. Civil, Filosofía, Teología, Antropología Social y Antropología Aplicada.  Profesor de Antropología Social de la Universidad Católica de Asunción y de Antropología Cultural de la Universidad Nacional de Asunción. Desde 1994 es Director del Centro de Estudios Antropológicos de la U. C. de Asunción.  Lo que resalta en este destacadísimo investigador y docente, es su contacto vivencial con la naturaleza y las comunidades indígenas. El mismo declara que “ha vivido muchos años en chozas indígenas del Chaco siempre con el fuego encendido, especialmente de noche. El fuego es luz, calor y amor. Sin esto precipitamos en el silencio y en el frío de la muerte” (De su obra “Desde mi hamaca”) Se ha dedicado a orientar antropológicamente programas de desarrollo integral y educativos y mejoramiento de las condiciones de vida de los indígenas. Ha sido adoptado por el pueblo Ayoreo mediante un ritual tradicional. Escribió una gran cantidad de libros y presentó ponencias en Conferencias y Seminarios Internacionales. Se dedicó a la organización de movimientos indigenistas en el país (Fuente Portal Guaraní). Se destaca de manera especial el rescate que hace de la visión poética y mítica de los pueblos indígenas. En un artículo suyo publicado con el título OTRO MUNDO ES POSIBLE,  en la página Cultural del Diario ABC color, el 3 de diciembre de 2017, cita un diálogo con el cacique Eulogio de los Pai Tavytera, en los bosques del cerro sagrado  Jasuka Vendá en el Amambay. Luego de describir un despertar con el suave y maravilloso concierto de las aves, el mencionado cacique manifiesta: “¡Cómo quisiera que en el Paraguay, políticos, campesinos, comerciantes, docentes indígenas y extranjeros pudieran vivir bien y felices” “El buen vivir es un concepto que se extiende a todo y a todos; no solo a los seres humanos sino también a la tierra, los árboles, el agua, el aire. Todos tienen el derecho de  vivir de acuerdo a sus propias necesidades y características” Tras un largo silencio aquel Chamán susurró: “Oigo el gemido de los árboles, veo un extraño movimiento de animales que huyen despavoridos, el agua se evapora, las flores lloran, el cielo se oscurece… El gran fuego se está acercando” Más adelante, el Padre Zanardini, nos señala que el buen vivir es una concepción muy difundida entre los pueblos indígenas del continente. Los Aymara lo llaman “Suma qamana” los Quechua “Sumak kawasay” los Mapuches “kime mogen” y los guaraníes “ñande reko” No ven en la naturaleza un objeto para usar y abusar sino un sujeto viviente, con derechos y proyectos existenciales. “Los humanos, como parte de ella, debemos desarrollar una convivencia cósmica. De esto se desprende que la economía debe ser renovable y solidaria, porque de lo contrario, al ignorarlo, se cumplirá la visión apocalíptica del Chamán” El Padre Zanardini, nos dice, más adelante, que después de la caída del Muro de Berlín en 1989, con el triunfo de la globalización y del pensamiento único, se ha impuesto la idea de que no hay otra alternativa que un crecimiento prácticamente ilimitado. Esta idea está vigente pero comienza a ser cuestionada por grandes pensadores. Cita entre ellos al profesor Serge Latouche, profesor de la Universidad de París, que formula su propuesta de las 8 “R” para inspirar políticas públicas y prácticas personales y comunitarias. Habla de Reevaluar, Reconceptualizar, Reestructurar, Redistribuir, Relocalizar, Reducir, Reutilizar y Reciclar que pueden servir como una matriz para construir un futuro sustentable.  Para superar el desempleo creciente, se deberá relocalizar, reconvertir y reducir.  “Reconvertirse a la energía renovable permitirá vivir holgadamente sin caer  en la actual sociedad del desperdicio, donde según el Prof. Latouche, el 40% de los alimentos producidos se tira a la basura y cada mes salen de los EE.UU. ochocientos barcos a descargar computadoras, productos electrónicos y celulares obsoletos en los océanos o en tierras africanas, produciendo contaminación” Expresa además que cada año dieciséis millones de hectáreas se convierten en desiertos. Dice en otra parte, que trabajar más no siempre significa ganar más, porque siendo la demanda más baja, el resultado es la disminución del salario. Letouche sugiere una reducción drástica del horario de trabajo para que haya trabajo para todos y tiempo libre para disfrutar de la vida. Toda esta descripción nos induce a formular esta interrogación: ¿Será que el mundo tomará conciencia a tiempo de la inexorable destrucción  del planeta si se sigue con este afán del crecimiento ilimitado que está vigente  o será que los principios del buen  vivir ya solo servirán para la práctica de unos pocos sobrevivientes del inminente holocausto? Terrible perspectiva que desgraciadamente no resulta del todo descartable y sin embargo estamos llamados a seguir creyendo que ese OTRO MUNDO ES POSIBLE.

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