PRIMAVERA DE
ESPERANZA.
Se viene el día de la
juventud y la entrada de la primavera. La algarabía se apodera del medio
ambiente con verdores y coloridos que se asocian a las fiestas y encuentros
juveniles. Nuestros jóvenes están
inquietos, se sienten marginados y claman por un espacio de participación en el
quehacer ciudadano. Los partidos políticos tradicionales impiden que tengan
protagonismo, no los capacita, y dificultan sus organizaciones. El cambio generacional se hace muy lento y
con ello se retrasa y se perjudica al país. Pero la juventud paraguaya no
está resignada y apática y eso a pesar de todo un sistema de manipulación y
alienación impuesto por una sociedad conservadora que teme todo signo de
cambios. En primer lugar está la misma
educación familiar que no alienta a sus hijos e hijas a pensar por sí mismo, a
crecer con una visión propia y a forjarse como persona con pensamiento y con
ideas propias. No se les educa para la solidaridad y para el compromiso social.
El sistema educativo sigue en la misma tendencia de fomentar el individualismo
y el egocentrismo. Nuestra educación no
está orientada a la excelencia y necesita no solamente superar sus graves
carencias de infraestructura y de mediocridad sino también redefinir sus
objetivos prioritarios de convertirse en un instrumento de cambio para el país.
¿Cuál es la educación que el país necesita? Es una pregunta que permanece
desafiante y sin respuesta. Pero en medio de la indiferencia y el ninguneo, los
jóvenes reaccionan y luchan por sus ideales de justicia y honestidad. Por otra parte está el bombardeo
inmisericorde de la prensa comercial que busca estandarizar, masificar y
despersonalizar a los jóvenes. Pero por
suerte un importante sector de la juventud mantiene su personalidad y el sentido
de su compromiso con la sociedad. Precisamente se está cumpliendo el segundo
aniversario del más importante movimiento de cambio de los últimos tiempos que
sacudió profundamente las estructuras corruptas de la Universidad Nacional de
Asunción. Con “UNAnotecalles” se movilizaron más de diez mil jóvenes que
consiguieron renuncias y enjuiciamiento del Rector, de varios decanos y
profesores. La lucha sigue latente.
Los reaccionarios con ayuda de un poder judicial cooptado por los centros de
poder político y económico consiguieron ganar tiempo para defender los
privilegios devenidos de la estructura de la corrupción. No se ha conseguido
modificar el estatuto de la Universidad en lo que respecta a la participación
paritaria en los consejos directivos. Se ha avanzado mucho pero el objetivo final
sigue esperando porque toda la estructura del poder político y económico ha
conseguido, por el momento, diferir ese logro hacia el futuro. Por otra
parte los jóvenes estudiantes secundarios siguieron con sus protestas y tomas
de colegios reclamando el mejoramiento de la educación. Esta vez fueron
movilizados los padres y los otros estudiantes que no aceptaron las pérdidas de
clases para generar resistencia y algunos conatos de violencia. También se recurrió a la Fiscalía y fuerzas
policiales, para contrarrestar las manifestaciones de los jóvenes. Pero la causa de los jóvenes está siendo
fortalecida porque no se puede negar la necesidad de una mejor y mayor
inversión en educación en nuestro país. Los jóvenes no perdieron clases porque
ganaron experiencias en la lucha por el compromiso social, materia fundamental
de los futuros ciudadanos, que se busca omitir en la malla curricular vigente.
La ciudadanía en general debe agradecer y felicitar las grandes manifestaciones
estudiantiles. Ellos están sembrando de esperanza nuestro futuro como
país.
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