LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Nuestro país ha tenido la experiencia de vivir bajo uno de los gobiernos totalitarios
más longevos de América y por lo tanto conoce lo que significa la imposición de
la censura, la privación de todas las libertades, incluida la de expresión, que se ha puesto en
práctica a través de las torturas, las prisiones y el destierro para quienes
osaron desafiar su acatamiento. Es cierto, se ha derrocado al
dictador, pero no se ha podido superar del todo los tentáculos del
totalitarismo que siguen vigentes de manera solapada, impidiendo de alguna
manera el fortalecimiento de nuestras instituciones democráticas. ¿Es plena la libertad de expresión que
tenemos en el país? Aparentemente sí. Pero no es como para bajar la guardia. La
libertad de expresión, de la que deriva la libertad de prensa, es un derecho
fundamental, un derecho humano, consagrado en el Art. 19 de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948.
La libertad de prensa es la existencia de las garantías que permiten que
los ciudadanos tengan el derecho de organizarse para la edición de medios de
comunicación cuyos contenidos no estén controlados ni censurados por los
poderes del Estado. Si bien la libertad de prensa no es absoluta,
no se acepta la censura previa. Si la información difundida es falsa o a través
de la misma se incita a la violencia o al delito, el informante puede enfrentar
cargos ante la justicia. En nuestro país el primer riesgo que corre un
comunicador que intente ser fiel a la veracidad de su información es la falta
de garantía de la misma justicia con fuertes indicios de estar sometida a los
poderes del estado, o a los poderes fácticos del orden económico o político. El
otro riesgo proviene del control de los medios de comunicación con la
concentración de la propiedad de los mismos, de manera directa o indirecta,
hecho que se está dando en nuestro país. Sobre este punto, la Declaración de
Principios del Comité Interamericano de los Derechos Humanos, establece en el
Art. 12, que: “Los monopolios u oligopolios de la propiedad y control de los
medios de comunicación deben estar sujetos a leyes antimonopólicas por cuanto
conspiran contra la democracia al restringir la pluralidad y diversidad que
asegura el pleno ejercicio del derecho a la información a los ciudadanos” En
Paraguay esas leyes no existen y el control y manipulación de los medios de
comunicación por los sectores políticos predominantes, se hacen cada vez más
patentes. En este momento existe un
ejemplo claro del ejercicio del poder discrecional. Es el caso del periodista Enrique Vargas Peña
que por sus críticas al gobierno, fue despedido de los medios que pertenecerían
al grupo empresarial del Presidente de la República. Va a otro medio y al poco
tiempo, también resulta despedido porque el dueño no habría resistido la
supuesta presión del titular del Poder Ejecutivo. El mencionado periodista
recibió el apoyo de destacados colegas de nuestro medio. Oscar Acosta: “Pensar
diferente, tener opinión política contra el poder, siempre tuvo alto precio
pero nunca tan bajo y ruín” Menchi Barriocanal: “El disenso nunca puede dar
lugar al atropello a la dignidad de las personas” Igualmente el periodista Santiago González se
expidió en términos parecidos (Diario Extra, edición del 24 de febrero del
2015) Uno puede estar de acuerdo o no
con el periodista Enrique Vargas Peña, puede simpatizar o no con él, pero lo
que se está haciendo con él es un intento de silenciarlo o de marginarlo. El
mensaje es “no te metas con el poder” lo que significa que la libertad de prensa
está en riesgo, es una libertad condicional o condicionada para los
periodistas. No se le plantea un juicio
por lo que haya dicho, se le está obligando a la autocensura o a su
desaparición como profesional de prensa. Es probable que ninguno de los medios
esté en condiciones de soportar
presiones de esta naturaleza. Por eso no
se trata de un caso aislado. Interesa a toda la prensa. Interesa a toda la
sociedad. La manipulación política de los medios de comunicación sigue vigente.
Una vez más la libertad de prensa y de opinión está comprometida y amenazada en
nuestro país.
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