SOBERANÍA
COMUNICACIONAL
Es terriblemente
preocupante que el estado haya cedido
casi totalmente toda la fuerza comunicacional al sector comercial, sin
control, sin limitación, sin regulación alguna. Es evidente que el objetivo de
los medios comerciales es el lucro a cualquier precio. El servicio a la verdad
nunca será prioritario para este sector de la prensa. En los últimos tiempos
peligrosamente para los verdaderos intereses del país, viene dándose la
concentración cada vez más creciente de los medios, convirtiéndose de esa
manera en instrumentos de poder político y económico. La participación de los medios comerciales ha
sido decisiva en el golpe de estado de junio del 2012 y en la quema del Palacio
Legislativo de marzo del 2017. ¿Qué
hacer frente al tremendo bombardeo de la presión mediática? “Hay que desoír y descreer a los grandes medios de comunicación
porque siempre responden a intereses económicos y políticos. Hay que estar en
guardia, potenciar los medios alternativos y construir la unidad. Las
organizaciones políticas y los movimientos sociales deben encarar muy en serio
la problemática comunicacional para combatir y desentrañar las mentiras de los
grandes manipuladores de la comunicación” (Atilio Borón, Radio Fe y Alegría,
programa “Red públicas” 21-IV-2017). El
derecho a la comunicación, es un derecho humano fundamental y también en
nuestro caso un derecho constitucional como consta en la Carta Magna al
establecer en su Art. 28 “El derecho de recibir información veraz y ecuánime” y
el Art. 30 dispone que: “El espectro electromagnético son del dominio público
del estado. La ley asegurará el libre acceso al espectro en igualdad de
oportunidades” En las condiciones actuales están siendo violadas estas
disposiciones constitucionales. El 90% del espectro electromagnético ocupan los
medios comerciales y apenas un 10% queda
destinado a los medios estatales y alternativos. La distribución del usufructo del espectro no
responde a una política comunicacional. Se procede según el criterio de la oferta
o del favoritismo político partidario. Si se obrase en base a una política
comunicacional la tendencia tendría que ser una redistribución del espectro
electromagnético que contemple solamente el 33% para los medios comerciales, 33
% para los medios alternativos y culturales, y el 34% para los medios públicos.
Estamos cada vez más lejos de esta posibilidad ya no hay reserva ni siquiera
para los medios públicos. El ente regulador, la Comisión Nacional de
Telecomunicaciones, CONATEL, no tiene suficiente autonomía, está siempre sujeto
a la presión de los intereses políticos y económicos y su deficiencia y
debilidad han causado grandes perjuicios
a los intereses nacionales. Es
urgente plantear una política comunicacional de telecomunicaciones que
contemple un especial interés en promover la expansión y el fortalecimiento de
los medios alternativos: Radios y televisión comunitarias y culturales, que hoy
son perseguidas por el ente regulador.
Debe ser un objetivo primordial la promoción de canales televisivos a cargo
de las principales instituciones universitarias del país. Pero donde el
estado debe concentrar todo su esfuerzo es en la consolidación, ampliación y
fortalecimiento de los medios públicos. Deben ser autónomos, no depender del Poder
Ejecutivo sino del mismo Parlamento con presupuesto anual adecuado.
Deben estar dirigidos por un Consejo de Notables para asegurar la
calidad de las programaciones y de un buen servicio informativo. Deben ser necesariamente una alternativa para
la ciudadanía. Mientras no se pueda
ejercer un control de la calidad y ecuanimidad de los servicios comerciales,
hay que asegurar una opción competitiva.
También se debe combatir la concentración de medios por medio de la ley,
porque las reglamentaciones internas del ente regulador resultan violadas con
cualquier pretexto. También debe ser
regulada la inversión extranjera que nunca debería ser mayoritaria porque la
comunicación es un bien estratégico de cada estado. En conclusión, esta cuestión no es un tema menor para el
país. Lastimosamente hay poca conciencia y mucho desconocimiento. El estado no
puede renunciar a este rol tan importante. No puede dejar en manos de medios
comerciales el total control de la telecomunicación nacional. Eso representa
una irresponsabilidad porque constituye una renuncia a la soberanía que puede
comprometer seriamente la institucionalidad de la República.
Comentarios
Publicar un comentario