EL MONSTRUO DE LA CORRUPCIÓN.
En esos días en que un alto jefe del
Comando Vermelho, una de las cinco bandas de criminales del Brasil que operan
en nuestro país, fue liberado por un comando de secuaces que atacó al
transporte penitenciario y a su escolta policial, ocasionando la muerte de un
Comisario de la Policía Nacional, se produjo una gran preocupación e
indignación de toda la ciudadanía. Cuando entonces, un Senador de la Nación
salió a decir: “En nuestras cárceles se están engendrando el verdadero monstruo
de la inseguridad” De alguna manera aquel parlamentario tenía razón. Pero es necesario advertirle que el monstruo de la inseguridad, no está
solamente en las cárceles y que, lo más probable, es que no serán suficientes
ni más cárceles ni más policías, porque el verdadero monstruo de la inseguridad
ya está instalado en el país desde hace rato y
su verdadero nombre es y debe ser “El monstruo de la corrupción” ¿Cómo
puede haber seguridad en un país donde se registra en promedio 40 vuelos
clandestinos diarios utilizados por la mafia del narcotráfico? Hace poco se
pudo identificar uno de esos lugares de desembarco en el norte de la región
oriental y se precisó la ruta que se venía utilizando hasta Yby Yaú y Pedro
Juan Caballero en la frontera con el Brasil. Había una decena de funcionarios
policiales comprometidos en la custodia y el traslado de los narcotraficantes
con sus cargamentos dentro del territorio nacional. ¿Quiénes más estaban
comprometidos en estos operativos? Toda la zona norte está militarizada con la
presencia de las Fuerzas de Tarea Conjunta. ¿Cómo pueden operar impunemente en
esa zona los narcotraficantes? ¿Hay complicidad y contubernio? La droga
destruyó a la juventud paraguaya y los grandes distribuidores nunca fueron
aprehendidos. Las cárceles están llenas
de jóvenes drogadictos. Gran parte de los asaltos callejeros es causada por los
jóvenes drogados. En las mismas cárceles
se les sigue proveyendo de drogas, y cuando recuperan su libertad vuelven a
delinquir. El Estado no invierte en
centros de recuperación. Hay recursos
pero se dilapida en municipios y gobernaciones. Miles de millones de dólares
robados y dilapidados impunemente. Nadie rinde cuentas. Nadie va preso. La Cámara de Diputados, catalogada con razón
como la Cámara de la Vergüenza, protege a los intendentes y gobernadores
corruptos impidiendo que sean intervenidos.
Tampoco hay planes para responder a los problemas causados por la
migración interna. Los verdaderos
grandes invasores que son los terratenientes de capital extranjero, expulsan a campesinos e indígenas de sus
asentamientos que terminan formando parte de los cinturones de pobreza extrema
que rodean los centros urbanos. Para
ellos no hay viviendas, no hay trabajo, no hay salud. Para ellos solamente se perfecciona y se
endurece la represión. El problema de la
inseguridad va mucho más allá de la represión.
Y todo se empeora además porque la narco- política domina cada vez más el
escenario nacional. Nuestros políticos
financian sus campañas con dinero que no explican de donde proviene. Quedan endeudados no con el pueblo sino con
sus financiadores. En estas condiciones no puede quedar
ninguna duda de que el verdadero monstruo de la inseguridad es la corrupción.
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