UNA MARCHA QUE EXIGE Y RECLAMA
26 años. 26 marchas.
Mañana las calles de la ciudad de Asunción se verán sacudidas y
entorpecidas porque miles de campesinos paraguayos llegados de cualquier parte,
una vez más gritarán sus reclamos y es posible, que una vez más, como ha
ocurrido en las ocasiones anteriores, vuelvan a sus pagos con las manos vacías y
con la sensación de no haber sido escuchados. A ningún gobierno hasta ahora le
importó el campo. En el fondo los campesinos e indígenas molestan al sistema
económico vigente, agro exportador y latifundiario. La agricultura empresarial y la producción
ganadera cada vez necesitan, de más tierra que en gran parte todavía disponen
los campesinos e indígenas. No importa la gente, importa la ganancia. Por eso se empuja y se arrebata sus capueras
con la connivencia de jueces y fiscales. El poder político les ampara. Fuerzas
policiales y privadas están siempre disponibles y eficaces. Cada vez hay menos
campesinos e indígenas en el campo. Qué
importa que sean después los sin techos y los sin comidas en los cinturones de
pobreza de los centros urbanos. De allí también serán desalojados. El lema de
este año, muy parecido a los de años anteriores es: “Tierra y producción para
el desarrollo nacional, construyendo poder popular” El principal reclamo es el
acceso a la tierra. Imprescindible para la producción y el desarrollo nacional.
“Se tiene que distribuir la tierra y potenciar la producción nacional para que
pueda haber una salida al problema económico y social de nuestro país” expresan
los dirigentes campesinos según el diario Última Hora en su edición de la
fecha, pág. 16. Digamos que no es fácil esta salida. En primer lugar porque no
existe una política de defensa y promoción de la agricultura familiar
campesina. Los pocos intentos fueron parches y terminaron fracasando por la
corrupción de los administradores políticos. Recordamos algunos, como la
excavación de pozos para la dotación de agua a las comunidades. Total fracaso.
Otro, dotación de sombras para la producción de hortalizas. Fracaso. La
disposición de adquirir productos agrícolas en forma directa de los productores
campesinos para la merienda escolar también fue un fracaso. Aparecieron muchos
vendedores que se proveyeron de los supermercados. En otro momento, importantes fondos para apoyar a los
productores campesinos fueron dilapidados desde el mismo Ministerio de
Agricultura utilizando supuestas organizaciones intermediarias. A la falta de una verdadera política de apoyo
a la agricultura familiar hay que sumarle la mano siniestra de la corrupción
que acecha ante la menor oportunidad. No
se respeta los asentamientos. La
producción de soja, sin barrera protectora establecida como norma, contamina y
arruina los cauces hídricos, acorrala y destruye los pocos productos campesinos.
Se debe delimitar y defender por ley las zonas de producción de los
asentamientos campesinos. Ha ocurrido
caso, en que algunos productores llegaron a adquirir lotes dentro de un
asentamiento campesino con la intención de producir soja y utilizar sus
insecticidas sin barreras y sin protección, lo que en sí constituye un atentado
fatal para los campesinos colindantes arguyendo – además - con total
desparpajo el derecho y la libertad de
trabajo y hasta consiguen apoyo judicial y policial para este bárbaro
atropello. La corrupción parece no tener
límite. Últimamente desde el Crédito Agrícola de Habilitación endeudaron a
numerosos campesinos con falsas carpetas de crédito. Tiene que haber una
política sana, inteligente y patriótica desde el gobierno para atender el
reclamo campesino. Sus inmuebles son cada vez más minifundiarios y empobrecidos
y con los métodos tradicionales y sin apoyo técnico y crediticio ya no son
rentables, lo que en la práctica
significa que más de 2.000.000 de paraguayos están condenados a vivir en la
pobreza y la pobreza extrema. Por último podemos hablar del objetivo de
“construir poder popular” Eso es un poder latente pero no constituido y
consolidado. La clase política y los
detentadores del poder económico, temen a ese poder popular. Pero hasta ahora lo controlan mediante el
bipartidismo corrupto y servicial. Los
hermanos campesinos deben aprender a construir ese poder popular para incidir en el cambio político necesario,
de lo contrario las marchas seguirán siendo esperanzadoras pero lastimosamente
con muy pocos resultados.
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