LA RADIO NO MORIRÁ
En el día de ayer se celebró, se reconoció y se valoró la
importancia y la trascendencia de la radiofonía como instrumento de
comunicación y acercamiento de los seres humanos de todo el planeta. Se celebró
el Día mundial de la Radio. Indudablemente un día muy especial. Se debe reconocer que la experiencia de hacer radio, de vivir
una radio por dentro, implica casi siempre un apasionamiento singular muy
difícil de olvidar. Deja su marca en la
historia de cada uno de los profesionales. Me tocó vivir la experiencia de los primeros
tiempos cuando el propósito de transmitir un evento social, político, cultural o deportivo desde afuera de los
estudios significaba toda una odisea. No había aún los equipos portátiles de
transmisión, se tenía que recurrir a la utilización de las líneas telefónicas y
aparatos pre amplificadores que funcionaban a baterías iguales a las utilizadas
por los vehículos automotores. Peso, carga
e incomodidad. Pero qué satisfacción si
se lograba concretar la transmisión. Recordamos que en los primeros tiempos las
señales solamente podían ser captadas por receptores eléctricos con los que
solamente contaban algunos pocos acomodados y por otra parte el área de
servicio de la energía eléctrica era muy reducida, lo que hacía que cuando
existía una transmisión importante, los vecinos se reunieran en las casas de
aquellos pocos privilegiados que contaban con esos receptores. Pero la tecnología seguía avanzando y una de
la primera gran revolución de la comunicación radial significó la creación de
las radios portátiles a pila, que permitió el acceso a la comunicación radial
prácticamente a toda la comunidad. En el campo la experiencia fue extraordinaria. Cada campesino colgaba de un árbol su aparato
de radio y escuchaba las noticias y las músicas mientras carpía o
sembraba. Se llegó a vencer la gran
dificultad de comunicación. Se creó el “marandú” aviso por radio, que permitió
la comunicación entre personas de distintos lugares, hasta donde las señales de
radio podían llegar. Tampoco faltaron los mensajes de salutaciones y homenajes
en forma de dedicatorias. Más adelante
cuando los políticos comenzaron a utilizar las radios como instrumentos de
poder y controlaban los mensajes, aparecieron las “radios comunitarias” que se
multiplicaron por miles en todo el país y en otros continentes. Pequeños transmisores, con poco alcance, pero
que permitían que la gente se comunicara dentro de la comunidad. Oían y hacían oír sus voces. La lucha por el
reconocimiento y legalización de las mismas en Paraguay fue una dura batalla. Las organizaciones lograron que figuren como parte de la Ley de Telecomunicaciones, aunque, la máxima potencia
permitida sea de apenas 50 Watios. Estas
radios comunitarias son objeto de restricción y persecución de parte de los
sectores empresariales y gubernamentales. Cuando apareció la televisión, muchos agoreros
pronosticaron el fin de las radioemisoras. La radio no desapareció y se hizo
más fuerte. Su espontaneidad y su inmediatez le permitieron sobrevivir y
sobresalir en el ámbito de las noticias. De sus aportes viven en gran parte los
noticieros televisivos e incluso la prensa escrita. Se convirtió en grata
compañía con su mensaje musical e informativo. Cuando se dio otro gran avance en el campo
tecnológico con la aparición del sistema digital y el internet con el
extraordinario avance de las comunicaciones en las redes sociales, tampoco
ninguna radioemisora desapareció. Al
contrario el internet le extendió su cobertura. Cualquier programa de radio se
puede sintonizar en cualquier parte del mundo. Es más, con el sistema digital
cualquiera puede montar su propia radio y transmitir al mundo sin necesidad de
licencia. Puede hacerlo desde su propia computadora. La radio seguirá con su fuerza, su magia y su
misterio. Nunca será lo mismo tener
enfrente a un conductor o conductora de televisión, y oír la voz de un locutor
o una locutora de radioemisora. En el caso de la radio siempre se necesitará la
imaginación para intentar definir el perfil de la persona que hable. En el Día Mundial de la Radio, es justo rendir
homenaje a hombres y mujeres que le dieron vida y preponderancia a la
radiofonía nacional e internacional. Siempre
será merecido celebrar el valor y la
bondad de este gran instrumento de comunicación mundial y por el momento -
felizmente - podemos decir que la radio no morirá.
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