EL CUIDADO DEL CORAZÓN.
Estamos regresando de a poco de la euforia propia de las
celebraciones de la bienvenida de un nuevo año. Se va quedando atrás todo el
esplendor de tan grata festividad y comenzamos el camino de retorno a la lucha
diaria, a la rutina de esos días tan iguales y a esa disciplina de aciertos y
desaciertos que enmarcan y encaminan nuestras vidas en esos derroteros en los que
a menudo se opacan nuestros sueños y se empobrecen nuestras propias
perspectivas. Vivimos en un mundo acelerado
y consumista al que poco le importa nuestra condición de seres humanos. Todo
está encaminado a convertirnos en un mero sujeto de mercado y en ese sentido
apenas somos una cifra de una fría estadística impersonal sin importar lo que
pensamos, sufrimos o deseamos. Ya nadie se acuerda de aquella enseñanza que nos
decía que la inteligencia busca la verdad, el sentimiento el amor y la voluntad
el bien. Es decir ya nadie o muy pocos se acuerdan de que somos persona humana.
Una frase de Mafalda, personaje inspirado en la sabiduría de Quino, el gran
autor argentino de esa obra ya inmortal, nos devuelve a la realidad al decirnos
que “No es el año el que tiene que cambiar, somos nosotros” Por otra parte un
video publicado en Facebook, por (UPSOCL) de la “Inmaculada Madre del Divino
Corazón Eucarístico de Jesús” también nos viene muy bien para reflexionar. En
el mismo se cuenta de que “acudían los feligreses a una parroquia con emoción y
alegría porque iban a recibir al nuevo pastor. En el camino encontraron a un mendigo
que pedía limosna para poder comer. Nadie tuvo el gesto de ayudarlo. Le miraban
con desdén e indiferencia y siguieron sus pasos. Aquel mendigo se levantó y
siguió con ellos. Cuando éste ingresó a la Iglesia, alguien se le acercó y le
pidió que se sentara en los asientos más alejados del altar. Finalmente cuando
alguien anunció con alegría la presencia del nuevo pastor, el mendigo aquel se
levantó y se acercó al altar ante la sorpresa de todos. Algunos, incluso,
llegaron a derramar algunas lágrimas. El nuevo pastor se descubrió y dijo:
“Espero que retornen a sus casas y reflexionen sobre lo que hoy pasó aquí y
reflexionen sobre sus corazones. Les espero el próximo domingo. Recuerden que
Dios está presente en sus hermanos” En esta misma dirección de nuestra
reflexión acudimos ahora al Evangelio de San Lucas (18: 35-43) que dice:
“Cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino,
pidiendo limosna. Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. Le
respondieron que pasaba Jesús de Nazareth.
El ciego se puso a gritar: “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí”
Los que iban adelante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más
fuerte: “Hijo de David, ten compasión de mí” Jesús se detuvo y mandó que se lo
trajeran. Cuando lo tuvo a su lado le preguntó: ¿Qué quiere que haga por ti?
“Señor que yo vea otra vez” Y Jesús le dijo: “Recupera la vista, tu fe te ha
salvado” En el mismo momento, el ciego recuperó la vista, y siguió a Jesús
glorificando a Dios. Al ver esto todo el pueblo alababa a Dios” Otro gran
milagro de Jesús se había consumado. Pero uno de los aspectos que nos llama la
atención de este pasaje es que “los que
iban adelante” pidieron al ciego que se calle. Todos miraban a Jesús con
respeto y solemnidad pero intentaron obstaculizar que el pobre necesitado
llegara a Jesús. Recién cuando Jesús pidió que se lo acercara, todos dirigieron
la mirada hacia el ciego. Podemos reflexionar, si alguna vez, también nosotros,
hemos sido obstáculo para que los verdaderos necesitados llegaran a Jesús.
¿Hemos olvidado acaso que Dios está presente en nuestros hermanos? Si es así
tenemos que seguir la indicación del nuevo pastor y darnos un tiempo para reflexionar con lo que pasa en nuestros
corazones. ¿Dirigiremos en este nuevo
año nuestra mirada hacia el prójimo o seguiremos encerrados en nuestro egoísmo
y soberbia, sin la humildad necesaria para descubrir a Dios – si tenemos fe –
en el rostro de cada uno de nuestros hermanos más necesitados? En la búsqueda
de respuesta a esta impactante interpelación, podemos concluir que será de gran
importancia que en este nuevo año, nos dediquemos a cuidar la fuerza de cada
latido de nuestros corazones y rendir culto a la belleza y al compromiso del
verdadero amor que estamos llamados a profesar en esta vida.
Comentarios
Publicar un comentario