NOCHEBUENA Y NAVIDAD.
Es tiempo de las festividades navideñas. Tiempo de abrazos y
de reencuentros. El milagro del cielo se hace presente entre todos nosotros
inspirándonos los mejores sentimientos. Es como un llamado al perdón y a la
reconciliación. Seamos creyentes o no, es muy difícil no sentirse atraído por
el fuego y por la fuerza de este acontecimiento que invita al mundo a vivir en
paz. Es tiempo para desearnos y desear a todos la alegría que nos merecemos y encontrar la fortaleza suficiente para
sobrellevar los sinsabores de la vida con optimismo y esperanza. Cualesquiera
sea la circunstancia de cada uno, cualesquiera sea el impacto que nos causa
tanto dolor y tantas injusticias en el mundo, tantas calamidades y tantas
muertes, siempre dependerá de cada uno, hacer que haya un poco más de
solidaridad, un poco más de paz y un poco más de amor entre nosotros. Dependerá
de cada uno de nosotros, responder al llamado de aquel poema olvidado en un
banco de la Iglesia de Saint Paul, que decía: “El mundo es bueno, lo entiendas
o no, esfuérzate por ser feliz” Sí y…esforcémonos
también por hacer feliz a los demás.
Noche buena y navidad.
Efluvios de cánticos y azahares de cocoteros. Expresión de
alegría, de plegarias sencillas que suben al cielo. Nochebuena y navidad. .. Una
estrella lejana anuncia al Niño Dios y la paz se extiende sobre toda la faz de la tierra. Hay quietud en
el alma y un rítmico gozo en el corazón. Noche buena y navidad... Aleteos
suaves de mil pájaros sedientos que emprenden sus vuelos hacia un cielo
infinito. Tañidos de bronce que invocan silencio y en ecos distantes se oyen
los versos del Avemaría. Y allá a lo lejos bajo el techo pequeño de la casita
humilde hay lumbre, hay rezo, grandeza de alma que el Niño bendice. Lo noche
sonríe con mirar de estrellas y los pastorcillos con sus villancicos saludan al
Rey. Es la eterna utopía que duerme en los sueños y explota de júbilo en el
confín de los tiempos. Se mueren los siglos en la quietud del silencio y la aurora despierta su eclosión luminosa. El Niño sonríe
su luz de inocencia en el Belén sempiterno que la historia retiene, porque en aquel
pesebre la humildad perenne, luce y resplandece. Perdón los pequeños por tantos
olvidos, por tanta injusticia y por tan poco amor. Se viene la noche, titilan
estrellas y susurran recuerdos. Noche de alegría, de gozo y reencuentro que
clama perdón. Es Nochebuena en el alma y
Navidad en el corazón.
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