UNA NAVIDAD SIN DIOS. Hablar de una navidad sin Dios es incurrir en una gran incoherencia y completa contradicción. Porque en la Navidad lo que se celebra es el nacimiento del Niño Dios. La venida del Redentor del género humano. Por ello es la fiesta de las familias, del afecto, de la ternura, de la alegría y de la esperanza. Es la noche de la aparición de la Estrella de Belén que ilumina el cielo y marca el camino de la bondad, del milagro, de la magia y de los sueños. Es la fiesta de la vida y del amor. Es momento de revivir los mejores recuerdos más allá de la distancia y el tiempo. Pero también debemos reconocer que a menudo en estas celebraciones Dios no está presente. En medio del gran bullicio el Niño puede estar olvidado en algún rincón apartado, reclamando el afecto y el cuidado que necesita con todas las limitaciones asumidas en su encarnación humana. La sociedad moderna habla de una espiritualidad sin Dios, que al final termina siendo una sociedad