EL PRETEXTO DE LA PERSECUCIÓN
A menudo cuando se les investiga a dirigentes políticos que
ocupan cargos relevantes en la administración pública, lo primero que aducen en
su propia defensa, es que se trata de una persecución política. Es decir - según ellos - no se les investiga
o se les imputa porque existan indicios suficientes, sino por una simple
persecución política. En los tiempos de
la dictadura, con vigencia de leyes represivas, en las persecuciones que podían
originarse en una simple intriga, no solamente estaban en juego la libertad,
sino también todos los bienes y hasta la vida. Muchos, incluso, han perdido su
derecho a tener una tumba. Pero desgraciadamente en el sentido en el que
utilizan la llamada “persecución política” no dejan de tener alguna coherencia.
Podemos tomar como ejemplo del caso a los administradores de todos los
municipios del país, con algunas muy contadas excepciones, que vienen incurriendo en defraudaciones y
robos de manera alevosa y con burdas documentaciones utilizadas como respaldo
contable o administrativo. Pero nadie les controla. La Controlaría General de
la República, no quiere o no puede ejercer los controles adecuados y así sigue
la función hasta que, una que otra Junta Municipal consigue aprobar un pedido
de Intervención ante el Ministerio del Interior, que si le parece pertinente,
remite a la Cámara de Diputados que puede aprobar o no la intervención. Pero como en
todos los municipios se cuecen habas, terminan protegiendo a sus Intendentes y
a menudo la intervención no prospera. Es
un miserable pacto que rige desde hace un buen tiempo entre representantes de
los partidos políticos tradicionales que ha significado un gigantesco robo de
los recursos del Estado. ¿Qué ocurre en
otros ámbitos de la administración pública? ¿Cuántos Parlamentarios tienen
cuentas pendientes con la justicia? Y
sin embargo por años con chicanas muy conocidas vienen difiriendo el momento de
someterse a juicio oral y público como corresponde. Por presión de la
ciudadanía se consiguió la renuncia de algunos parlamentarios y a otros se les
impuso la investigación fiscal.
Naturalmente alegan inocencia y persecución política. ¿Hasta dónde podrá
avanzar las investigaciones fiscales? ¿Realmente existe alguna intención de
combatir la corrupción en nuestro país? ¿O simplemente es un proceso de
blanqueamiento jurídico? Es más, con este Poder Ejecutivo y con esta Corte
Suprema de Justicia, se podrá avanzar
realmente en el combate a la corrupción y al narco-tráfico? La presión ciudadana
y los tenaces signos de combate a la corrupción
son esperanzadores. Pero se tiene que avanzar mucho más, el país ya no
soporta tantos robos y escarnios. ¿Se
podrá cambiar el Poder Judicial con el simple juego del cuoteo político que
sigue vigente? Ya está en plena marcha la estrategia de autodefensa de los
corruptos. En la Cámara de Diputados
protegen la investidura de un parlamentario liberal como un factor de defensa
corporativa. Hay que parar este proceso a cualquier precio- dicen - y recurren al pretexto del reglamento de auto
blindaje que ya había sido derogado. Ahora hablan de la paz interna del partido
colorado; el retorno del abrazo republicano, entre el ex Presidente y el actual
mandatario. ¿A qué precio se hará este reencuentro? Lo más probable es que sea
al precio de la impunidad. Hay que parar
estas investigaciones de enriquecimiento ilícito, de evasión de impuestos y de
lavado de dinero porque si avanzaran demasiado, podrán sacudir sin duda, toda
la estructura del poder político nacional. Mientras el país siga debatiéndose
en sus graves dificultades de pobreza y extrema pobreza, de pésima atención a
la salud pública y una educación que se cae a pedazos, el pretexto de la
persecución política se seguirá utilizando, sin rubor y sin disimulo, por los
mafiosos que ocupan cargos preponderantes en la administración pública de nuestro
país.
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