EL HAMBRE PERSISTE
Fue dura la
interpelación del Evangelio de San Mateo del domingo anterior (25: 35-45):
“Tuve hambre y no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber. Estuve
preso y enfermo y no me visitaron” Pero cómo Señor, responden los interpelados.
¿Cuándo tuviste sed, cuando tuviste hambre o enfermo y en la cárcel y no te
visitamos? En verdad os digo responde el Señor, según el Evangelista, cuánto lo
hicieron por los más pequeños y necesitados a mi me lo hicieron y cuando no lo
hicieron, a mí me lo han negado. Y termina con la condena de los egoístas y
faltantes de solidaridad. Se puede
creer o no en un Ser Superior, pero para creyentes o no creyentes esta
interpelación nos induce a una revisión de nuestro relacionamiento con los
demás. El país está en pleno proceso electoral pero las cuestiones más
importantes no están en los debates de los candidatos. El hambre persiste en el país, pero no se lo analiza como una
problemática social grave. Los futuros gobernantes solo hablan de una buena macroeconomía, del crecimiento
promedio de un 4% anual de la economía, pero no reconocen que en los últimos
cuatro años la pobreza y la promesa extrema no han disminuido, que ha crecido
la desocupación y la informalidad y que la desigualdad se acentúa cada vez más.
La atención de la salud pública está en terapia intensiva y la educación se
caracteriza por el continuado derrumbe de los edificios escolares. Se
endeudó al país como nunca, pero se priorizaron obras de infraestructuras. El
gobierno actual se vanagloria de esas obras y las utiliza como elemento de
autopromoción política. Mientras tanto las comunidades indígenas y campesinas
se debaten en la miseria. El gobierno ha fracasado en su plan de ayuda y
promoción hacia estos sectores más vulnerables del país. Para atender a estos
sectores se requerirá más recursos que no se sabe de donde serán obtenidos. La
carga impositiva es la más baja de la región pero no se puede aumentar porque
los sectores económicos que tienen poder en este gobierno, se oponen tenazmente.
Tampoco se combate con eficiencia una evasión fiscal que ronda el 40%.
Pareciera que el error más grave de la política actual es no haber destinado
los recursos de los bonos soberanos a salud y educación. Es posible que el gran
déficit en materia de seguridad también tenga vinculación con la pobreza y el
hambre. La corrupción sigue campante y varios de los políticos acusados e
imputados, están nominados de nuevo en
las listas sábanas de candidaturas. Los
candidatos del partido oficialista a la presidencia de la República se pasa
descalificándose mutuamente pero eluden todo debate sobre cómo se podrá superar
los graves problemas del país. Simulan oposición entre sí pero en las generales
de abril próximo estarán unidos, como en las veces anteriores, para que todo
continúe sin cambios importantes. La
pobreza persiste aunque los medios periodísticos intentan minimizar o ignorar,
probablemente por indicaciones de los propietarios que están implicados en la
responsabilidad política del sistema. Dos casos aparecieron fugazmente en las
pantallas televisivas que pueden servir de ejemplos para la reflexión. Una
señora que vivía sin pareja en una sola pieza con siete hijos fue denunciada
por los vecinos de prostituir a sus hijas menores. No es bueno, es inmoral,
ilegal y doloroso lo que hizo esta señora, pero ni los vecinos denunciantes ni
la prensa, nunca se plantearon como enfrentaba esa madre el problema del
hambre. El otro hecho, está vinculado a
una comunidad indígena. Llegó a la prensa, que en la misma fueron sacrificados
dos perros para el consumo. “¿Qué vamos a hacer, tenemos hambre”? Fue la
respuesta del cacique del lugar. El
hambre persiste. Entre los niños indígenas la desnutrición supera el 40%. Para
superar el hambre se necesitará modificar el modelo económico y promover una
educación pública de calidad. Se necesitará también superar la corrupción
administrativa del país. Los políticos de turno siguen dedicados a vender
espejitos a la gente mientras se enriquecen ilícitamente con total impunidad. Las listas sábanas y la falta de control del
financiamiento electoral de las campañas políticas desnaturalizan el sistema
democrático porque en verdad en estas condiciones y en estas elecciones
partidarias ya no será posible elegir sino simplemente votar. Nuestra clase política no debe menospreciar a
los sectores sociales más vulnerables porque ellos también podrán tener en
algún momento la capacidad de interpelar
con toda legitimidad y con todo derecho: “Tuve hambre y no me dieron de
comer, estuve enfermo y no me atendieron en los hospitales, estuve preso y no
me garantizaron mis derechos fundamentales” y se le podrá imponer por todo eso,
el castigo de las leyes y la condena del desprecio ciudadano.
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