HÉROES HOY, VILLANOS MAÑANA.
La Pandemia del Corona Virus golpeó fuerte. Como nunca antes en tan poco tiempo reveló todas nuestras miserias y
limitaciones. Estábamos en presencia de un temible enemigo desconocido. Terribles noticias recorrían el mundo. Centenares de miles de infectados, millares
de muertes por todas partes. Las víctimas eran de todas las edades y de países
reconocidos como desarrollados y progresistas.
España, Italia, Francia e Inglaterra encabezaban los récords de la Pandemia. En un gran salto desde la lejana China, la Pandemia golpeó fuerte a
los Estados Unidos y pareciera que desde allí cruzando el Río Bravo haya extendido
sus alas maléficas a toda la América Latina. Paraguay se adelantó al tiempo.
Quizás en un gesto de humildad y valentía, las autoridades políticas y
sanitarias reconocieron las grandes limitaciones y falencias que tenemos y se
dispusieron a ejecutar medidas de urgencia. Antes que la OMS recomendara,
optaron por declarar la cuarentena y decidir el cierre de la frontera. Con la Ley de Emergencia se aprobó la
creación de un Fondo de 1.600 millones de dólares para hacer frente a la
pandemia. Fueron construidos y habilitados
dos hospitales de contingencia con el correspondiente equipamiento en menos de un mes. Con los
insumos importados desde China continental las autoridades sanitarias dijeron
sentirse más preparadas para cuidar al personal de blanco y a la gente que
pudiera caer víctima de la pandemia. En estos días estamos un poco más
tranquilos y ya se habla de flexibilizar la cuarentena. Otro aspecto que
podemos destacar es que el Poder Ejecutivo con su equipo de ministros y
asesores, con la confianza ganada por la forma en que encaró la pandemia, dictó
disposiciones que recortaron privilegios y gastos superfluos, que tuvieron
respaldo parlamentario con muy poca resistencia. Ahora ya comienza el análisis
de la post pandemia. ¿Cómo y quiénes pagarán la deuda contraída? “Otra vez
recaerá el peso sobre los trabajadores” dice un dirigente sindical. “Los bancos
no podemos arriesgar el depósito de nuestros clientes” afirma a su vez el
representante de la Asociación de Bancos. “No se puede recortar los salarios y
beneficios de los funcionarios de las hidroeléctricas, porque son entidades
binacionales” afirman algunos acomodados legisladores. “Son populistas y
politiqueros los que hablan de aumentar los impuestos” objetan a su vez los
representantes de los grandes empresarios del país. Sin duda el debate ya se
inició y, naturalmente, se va a prolongar. Pero antes de seguir adelante
debemos reconocer que esta pandemia nos desnudó a fondo. “Quédate en casa y no te muevas” se les
exigió a más de un millón de compatriotas que viven de la basura y del día a
día. Se les dijo que se les iba a ayudar, que había plata, pero la ayuda tardó
demasiado en llegar. Ineficiencia e incapacidad y algunos intentos de manipulación prebendaría de por medio. No se tenía conocimiento de dónde estaban los
asentamientos. De qué vivían y cómo vivían esos compatriotas. Peor todavía la situación de los hermanos
indígenas. Fueron puestos en marcha los programas de ayuda Ñangareko y Pytyvo, pero el proceso fue lento. Anunciaron desde el
Ministerio de Educación que los víveres
serán repartidos en los colegios conforme a los planes del desayuno, almuerzo y
la merienda escolar pero la repartija fue muy limitada. Lo que al final, salvó y sigue salvando a mucha gente del hambre fue la
solidaridad. Se multiplicaron las ollas
populares. Los vecinos compartiendo lo poco que tenían. La ciudadanía, en un
gesto magnánimo, se contagió de solidaridad. Pero al retrotraer la mirada nos encontramos con una grave
situación de pobreza y carestía en la que vivía nuestro pueblo. Una realidad que resulta ser el fiel reflejo del rotundo
fracaso político de nuestro país. Aquí unos pocos vienen enriqueciéndose a costa del pueblo, robando al Estado, creando
privilegios, tirando a la gente a la basura. Ahora se está diciendo que esta problemática se
va a cambiar y que a ese efecto se integró una Comisión de Reforma del Estado.
¿Qué reformas? ¿Quiénes lo integran? Si hay sinceridad en este propósito será
necesario abrir el debate, involucrar a todos los sectores de la sociedad y
analizar un cambio profundo. Tienen que
cambiar los partidos políticos, la educación, los poderes del Estado. Se debe
combatir en serio la pobreza, superar las desigualdades y la inequidad social.
Pero así como estamos, tenemos razones para dudar que nuestra clase política esté capacitada
para promover y liderar un verdadero proceso de cambio. Podemos pensar – incluso – de que si el
Presidente de la República y su equipo de Ministros insistieran en mantener las
pérdidas de los privilegios y eliminar los abusos en las estructuras del
Estado, para el vigente sector retrógrado de la corrupción, ellos dejarán de
ser los héroes de esta pandemia para convertirse en los villanos de nuestra
política. Tenemos que confiar no obstante, que esta dura experiencia vivida, nos ayudará
a todos a tener una visión más humana, justa y equitativa en nuestra relación con
los demás compatriotas. Reconocer que
todos dependemos de todos. Que ya es
insostenible un régimen económico injusto e inmoral. Tenemos que aprender a
construir y a vivir en un nuevo país. Esperamos que ésa sea la gran lección que
nos deje como legado esta terrible Pandemia.
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