LAS OPCIONES DE LA VIDA.
Conversaban una vez un padre con su hijo sobre las cosas de
la vida, hasta que de pronto, el hijo le interpela a su progenitor con esta
pregunta ¿Cómo puedo saber lo que es correcto y lo incorrecto, o lo que es
bueno y lo que es malo en la vida? Un poco sorprendido aquel papá quedó en
silencio por un buen rato mirando fijamente a su hijo, hasta que comenzó a
hablarle. Mira hijo – le dijo- tu pregunta no es muy fácil, pero trataré de
explicarte lo mejor que pueda. Tu pregunta plantea una cuestión fundamental
referida a la definición de una actitud frente a la vida. De lo que podemos
identificar como la opción de la vida. El tema es complejo pero intentaré
simplificar. Prácticamente el mundo de las personas está dividido en dos. Por
ejemplo están los que tiran los papelitos y los que los recogen. Los que cuidan
y riegan las plantas y los que las destruyen arrancándolas. Los que saludan y
respetan a las personas y los que son indiferentes o groseros con los demás. De
esta manera podemos ir extendiendo la lista, pero por el momento, estas
situaciones ya nos dan una pista para definir y definirnos en qué grupo vamos a
estar. ¿Honestamente en que grupo me siento? Es la pregunta clave. ¿Estoy en el
grupo de los que tiran las basuras o los que procuran mantener limpio al hogar?
¿En el grupo de los que dañan a los
demás difamándoles o los que buscan unir a las personas? ¿De los que desalientan o de los que siembran
esperanza? Hay que tener en cuenta – continúa diciendo el padre – que no es
fácil ser correcto y honesto en todas nuestras cosas, porque si somos honestos
a menudo seremos atacados por los demás y por el hecho de tener una actitud
diferente nos tratarán de tontos y hasta de cobardes. De las reflexiones de
este padre podemos concluir lecciones importantes para la vida. Porque en la
sociedad existe en la realidad un porcentaje pequeño, no más del 10 por ciento,
que es el que genera los bienes culturales, artísticos y de avance de las
ciencias en todos los campos que los 90 por ciento restantes se dedica a
consumir. Algo así como las abejas obreras que producen la miel y los zánganos
que se dedican a consumirla. ¿En qué grupo estamos? Seguirá siendo la pregunta
clave. En cuanto a las satisfacciones que se pueda obtener con cada opción,
debemos reconocer que en ambos grupos existen compensaciones reales o
aparentes. El honesto, sufrirá, se privará de muchas cosas para conseguir sus
objetivos y su satisfacción y orgullo serán que no tuvo que robar o venderse
para ello, y podrá siempre sostener una mirada digna frente a los demás y
dormir tranquilo. Para el deshonesto se acortarán caminos, obtendrá más pronto
los bienes que necesita y se sentirá envanecido frente a los demás por sus
logros, pero tendrá la pena de que nunca estará tranquilo, porque en algún
momento alguien le podrá enrostrar su inconducta, o en algunos casos hasta
puede enfrentar demandas por sus bienes mal adquiridos. En cuanto al impacto en los demás
podemos decir que tanto la conducta incorrecta como la honesta tienen efecto
multiplicador. Muchos estarán tentados a navegar la senda de la corrupción,
pero hay que reconocer que, aunque sobresalte menos, la corrección también se
multiplica y se delega en los hijos y en las personas más cercanas. Tomar una postura o una decisión en cuanto a
las opciones de vida, siempre será importante y decisiva en la calidad de la
formación de las personas. No deberíamos rehuir la responsabilidad de plantear
y de plantearnos una opción de vida. Podría
estar en juego en esa opción nuestro futuro, el futuro de las personas que
amamos e incluso de la sociedad misma.
Comentarios
Publicar un comentario