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UN PEDIDO DE RESPUESTA IMPOSIBLE

UN PEDIDO DE RESPUESTA IMPOSIBLE

El combate al grupo terrorista autodenominado EPP (Ejército del Pueblo Paraguayo), por la fuerza conjunta de policías y militares en el norte del país hasta ahora no ha tenido el resultado esperado.  Al parecer hay dificultades de coordinación entre ambas fuerzas aunque este hecho no haya sido reconocido públicamente. Esta cuestión volvió a plantearse una vez más como transfondo en el reciente ataque perpetrado, supuestamente, por el mencionado grupo terrorista en la zona de Tacuatí, que costó la vida a un oficial perteneciente al grupo policial especializado en el tema de los Derechos Humanos. La presencia de este grupo especializado fue para brindar, según reconocieron,  orientaciones sobre los procedimientos que deben ser precautelados para evitar las transgresiones que justifiquen las denuncias de los lugareños y de las organizaciones de Derechos Humanos. La caravana de tres patrulleras que regresaban del encuentro a alta velocidad fue emboscada poco antes de retomar la ruta asfaltada, desde un promontorio, colindante con una zona boscosa. Dispararon desde una distancia aproximada de l0 metros hiriendo de muerte al personal policial que conducía la patrullera que iba en el medio y que correspondía al grupo especializado en los Derechos Humanos. El vehículo sin control terminó chocando con la otra patrullera que iba adelante, volcándose, y de cuyas consecuencias resultaron heridas otras cinco personas, por suerte sin gravedad. Hasta esta fecha no fueron aprehendidos los causantes de este ataque. Quedaron flotando algunas preguntas. ¿Cómo se enteraron de la presencia de este grupo policial en la zona? ¿Cómo tuvieron tiempo para preparar la emboscada y desaparecer sin dejar rastros? El Ministro del Interior denotó preocupación y reconoció según la prensa que faltó mejor cobertura. Habló también de mejores equipamientos incluso de vehículo blindado para los operativos. El Presidente lamentó la nueva pérdida de vida. La Comisión de los Derechos Humanos lanzó un comunicado lamentando la muerte del policía. Se llegó incluso a hablar que eventualmente se podría recurrir a la cooperación internacional para este combate a la delincuencia organizada.

Por su parte la señora Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado, lamentó dolorida esta nueva pérdida de vida y terminó pidiendo a los pobladores de la zona operativa, que cooperen, que tengan más comprensión con respecto a los procedimientos de las fuerzas conjuntas, en cierta manera que no denuncien las posibles transgresiones de los derechos humanos. Podemos respetar y comprender el dolor de esta señora, pero su pedido es de cumplimiento imposible. Los derechos humanos son inajenables, son irrenunciables. Eso significa que ninguna persona puede renunciar a sus derechos. Porque “Cuando la promoción de la dignidad de la persona es el principio conductor que nos inspira, cuando la búsqueda del bien común es el compromiso predominante, entonces es cuando se ponen fundamentos sólidos y duraderos a la edificación de la paz. Por el contrario, si se ignoran o desprecian los derechos humanos, o la búsqueda de intereses particulares prevalece injustamente sobre el bien común, se siembran inevitablemente los gérmenes de la inestabilidad, la rebelión y la violencia.” Del Mensaje de Juan Pablo Segundo, para la Jornada Mundial de la Paz, enero de 1999. Y agrega más adelante el mismo documento: “La Declaración Universal es muy clara: reconoce los derechos que proclama, no los otorga; en efecto, estos son inherentes a la persona humana y a su dignidad. De aquí se desprende que nadie puede privar legítimamente de estos derechos a uno sólo de sus semejantes, sea quién sea, porque sería ir contra su propia naturaleza”. Más claro imposible. Nadie puede pedir a nadie que renuncie a sus derechos humanos inherentes a su condición de persona humana, porque eso significaría la renuncia a su propia dignidad.

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