EL GUIÑO
DEL DICTADOR.
El dictador
en persona después de cierto tiempo desaparece pero la dictadura permanece
hasta mucho tiempo después. En Paraguay a 24 años de su derrocamiento sigue
teniendo una indiscutible omnipresencia. Permanece casi intacta la estructura
de la corrupción que había instaurado, el clientelismo y la prebenda siguen
florecientes, el vaciamiento moral y cultural de generaciones de paraguayos
sigue tan patente y patético reflejado en la chatura de los parlamentarios,
jueces y fiscales con muy raras excepciones, con un pueblo apenas instruído
pero no educado, con la indigencia y atraso de campesinos e indígenas que
sobreviven en la marginalidad. En estas condiciones no es tarea fácil
modernizar el país porque no podemos abstraernos de una generalizada población
que sigue poniendo trabas y resistiéndose tenazmente a una nueva visión de
cultura ciudadana. Debemos aceptar dolorosamente que el dictador sigue haciendo
guiño en nuestro acontecer histórico.
En estos
días afloró de nuevo a nivel de conciencia lo que ha significado ese pasado tan
lleno de oprobios e ignominias. Fue con motivo de la candidatura a la embajada
de las Naciones Unidas de uno de los nietos del dictador, que generó una fuerte
oposición de la ciudadanía, no solamente por ser un familiar sino por el
intento de reivindicar su ejecutoria en
el historial del país. Aparentemente la idea fue descartada.
Otra
información casi coincidente vino a reavivar el interés sobre el tema de la
dictadura. El abogado de la Comisión Verdad
y Justicia Juan Bautista Rivarola Cáceres, informó que ante la inacción de la justicia paraguaya, el 6 de
agosto pasado se presentó en la
Argentina “una histórica querella criminal contra los
responsables de la dictadura” ante el despacho del Juez Federal Norberto
Oyarbide, y que a raíz de esta presentación, la Fiscalía Argentina
exhortó a las autoridades judiciales paraguayas para que informen si existen
investigaciones sobre los delitos de genocidios o de lesa humanidad que
tuvieron lugar en el Paraguay durante la dictadura de Alfredo Stroessner entre
1954 y 1989. Es con el fin de abrir la investigación y plantear el eventual
juicio de los que resultaren responsables de ejecuciones, desapariciones, torturas, exilios contra
opositores políticos así como el genocidio del pueblo indígena Aché. Esta
intervención se da en el marco de la jurisdicción universal contra delitos de
lesa humanidad que ya tiene antecedente en el juicio abierto en España contra
los crímenes cometidos en Chile y Argentina.
La justicia
en el Paraguay no ha tenido en cuenta las graves denuncias de la Comisión Verdad y Justicia que
registró 425 ejecutados, 20.000 detenidos y torturados, decenas de miles de
exiliados y millares de hectáreas de tierras malhabidas. Se tiene la esperanza
de que finalmente, la justicia Argentina, abra el juicio y que como resultado
de las condenas, dicte órdenes de
captura internacional contra los responsables de la dictadura que siguen
impunes.
Los daños
ya no serán reparados suficientemente. Pero la constancia de que ninguna
impunidad puede ser definitiva, nos devuelve en parte la esperanza de que
realmente vale la pena luchar y
sacrificarse por la vigencia de la dignidad.
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