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EL CUENTO DEL INVERSOR

El CUENTO DEL INVERSOR.

La noticia se difundió muy rápidamente en el vecindario. El propio Intendente Municipal fue el portavoz de la misma. Se trataba de la venida de unos inversores de una firma exportadora de ganado ovino. Los pobladores se pusieron, naturalmente, recontentos y esperanzados. La mayoría se dedicaba a la cría de ovejas en sus pequeñas granjas y últimamente por la falta de mercado sus ingresos estaban muy limitados.
El día de la llegada de los inversores que eran dos personas agringadas de apellidos extranjeros Doherty y Mc Carty, muchos vecinos llegaron al local que habían alquilado. El propio Intendente tomó la palabra para agradecerles por sus presencias en la localidad y asegurarles que eran bienvenidos por todo el vecindario. Los empresarios agradecieron con cierta dificultad porque no manejaban el idioma español. Entonces tomó la palabra el Gerente de la firma, el señor Ozasuna de habla española, quién reiteró el agradecimiento de los empresarios y de inmediato se adelantó a informar que a partir del día siguiente comenzarán las operaciones de compras. El precio de partida era de 100 mil guaraníes por cabeza, lo que puso muy contento a los granjeros del lugar, ya que el precio máximo que ellos podían obtener no sobrepasaba los 60 mil guaraníes.
Pronto se agotó la existencia y el precio subió a 150 mil guaraníes por cabeza. Entonces los pobladores comenzaron a comprar de las otras poblaciones cercanas entusiasmados por los precios que subían cada vez más. El Gerente en una reunión de proveedores les había anunciado que pronto llegarán a pagar 250 mil por cabeza de ganado ovino. Animados por la información se rebuscaban en la zona, pero también la existencia estaba agotada. Un buen día viajan los inversores principales. La ausencia de los mismos estaba prolongándose un tanto. En ese  ínterin, viendo que los granjeros ya no conseguían ovejas para la venta, el capataz les propuso: “Porque no les vendo a 200 mil las ovejas, que ustedes podrán entregar a la empresa en 250 mil apenas regresen los patrones” La idea les pareció buena, y todo el mundo gastó todo su ahorro para adquirir las ovejas para revender a la empresa en el precio anunciado y ganarse 50 mil por cabeza, que era una suma muy tentadora. Concretada la generalizada operación también desaparece el señor Ozasuna, sin que nadie tenga noticia de adonde fueron los inversores. Tampoco estaban seguros de que sus nombres hayan sido reales. Se quedaron sin sus ahorros y con una cantidad de ovejas cuyo precio por la abundancia de oferta no llegaba a 40 mil guaraníes por cabeza.
Este es un cuento bastante conocido y  que tiene mucho parecido con la realidad. Esperemos que los inversores que puedan llegar a nuestro país atraídos por las ofertas de los acuerdos público-privados sean más serios que los personajes del cuento y que el estado encuentre los mecanismos de control para evitar el perjuicio como resultado final de estos planteamientos. La ley del acuerdo de inversión público-privado ha tenido poca difusión y casi nada de debates en el seno de la ciudadanía. No se habla propiamente de empresas mixtas en que las acciones mayoritariamente correspondan al estado. Sí se habla de que el riesgo es del estado, y que los diferendos serán sometidos a la jurisdicción de arbitraje internacional. Inicialmente se hablaba de obras de infraestructuras que aparentemente tenían lógica de aplicabilidad comprensible, como en el caso de una ruta en que el inversionista se cobra el peaje por cierto tiempo y recupera el capital invertido. Igual cosa podría darse con los aeropuertos. Ya sería más complicado con servicios de agua y electricidad. Las empresas privadas buscan ganancias y estos servicios tienen un componente social muy importante. ¿Cómo se compaginarían los intereses del estado y las empresas privadas? Todavía podría ser más preocupante cuando se habla de salud y educación.  

Debemos admitir en principio que el aporte del capital privado puede ser importante para nuestro desarrollo, pero la ciudadanía debe estar muy atenta para impedir que se comprometan los intereses y la soberanía del país. La experiencia nos dice que en este campo abundan demasiado los cuenteros.

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