LA FRANJA PEATONAL
Es bueno dejarnos
guiar por las buenas intenciones en el esfuerzo por mejorar las condiciones de
vida de nuestras ciudades. Pensamos que a esa intención corresponde la
disposición de las autoridades municipales de la ciudad capital al establecer multas que van de 200.000 a 700.000 guaraníes para los peatones que no utilicen
las franjas peatonales para el cruce de las calles. Si bien la decisión mencionada puede tener un
valor educativo y persuasivo para que también los peatones se preocupen y
aprendan a respetar las normas de tránsito, hay que analizar la aplicabilidad
de la norma. Una norma que no pueda ser aplicada termina siempre generando una
decepción. Veamos algunas de las dificultades que puedan presentarse: 1. Las
franjas peatonales no están pintadas en todas la bocacalles 2. Los conductores
de vehículos no respetan las franjas ni a los peatones. Ni siquiera cuando se
trata de una esquina con semáforos porque al prenderse la luz verde todos
arrancan sin importar la gente que esté cruzando que en ese caso tiene que
correr o quedarse parado en medio de la calzada con todo el peligro que eso
representa. En las esquinas sin semáforos es el conductor que se ve con
problemas porque no puede cruzar la bocacalle sin asomar a la esquina y tener
la visión del tráfico en sentido perpendicular y para eso tendrá que parar
aunque sea un rato sobre la franja peatonal. 3. ¿Cómo se aplicará la multa? Un policía de tránsito tendrá que
alcanzar al peatón transgresor y hacerle la boleta y si aún así se niega al
pago ¿Cómo será exigido? La intención es buena pero la aplicación de la norma
es casi imposible. Algo parecido ocurrió hace poco. Se estableció altas
multas para impedir que los limpiavidrios ofrezcan o impongan sus servicios en
las bocacalles. Después de ser aprobada la norma se comenzó a discutir su
aplicación. La policía no podía actuar porque no es delito, apenas una falta administrativa. Para ordenar el
tránsito capitalino se necesitará organización, infraestructura y educación. Debería ser como en el Brasil y en todos
los países más avanzados, donde la pisada de un peatón en la franja peatonal es
luz roja para todo vehículo. Tan lejos se ha llegado en la cuestión del cruce
peatonal que en algunos países es el propio peatón es el que prende la luz roja
para poder cruzar. Cuando termina de hacerlo vuelve a prender la luz verde.
La verdad es que la norma real que rige en nuestro país es la de “sálvese quien
pueda” ¿Cuántos compatriotas ya han muerto? Cruzar a pie la ruta Transchaco en
Loma Pytá (municipio de Asunción) o Mariano Roque Alonso constituye una proeza
y un gran riesgo. Hay que esperar mucho y saber correr. Los vehículos pesados
no respetan el carril de adelantamiento. Se adelantan por el carril de giro. No
se respeta la luz roja. La Patrulla Caminera y los Policías de Tránsito nunca
aparecen. Es altísimo nivel de contaminación provocado por vehículos chatarras
y centenares de motociclistas aparecen de todo lado para meterse en cualquier
parte.
Es penoso aceptar que nuestro tráfico sea de alguna manera el reflejo
del país que tenemos, donde las buenas intenciones son insuficientes y el caos
es predominante. Donde las normas son mal concebidas y las autoridades de
aplicación carecen de legitimidad. Nadie respeta a nadie y la intolerancia y la
agresividad terminan adueñándose de todos.
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