EL DEDO EN LA LLAGA
Las manifestaciones
campesinas se están volviendo insoportables para las autoridades nacionales y
para los sectores políticos y económicos que ejercen el control del país. Van por
la tercera semana y ya existe probabilidad de que sean aplicadas medidas de
represión. De hecho en Capiibary hay 4 detenidos por perturbación de la paz
pública que suena muy parecido a la famosa ley 209 de la época de la dictadura.
Se informó que en el día de ayer, en Pirapey, Itapúa, 500 policías y cascos
azules rodearon a pequeños productores y representantes de sectores sociales
que se manifestaron en la ruta 6. Se perdió la primera semana en
descalificaciones de los manifestantes. Recién se impuso la fase de las
negociaciones en la segunda semana y todavía no se llegó a ningún consenso.
Aparentemente la condonación será descartada. Sin poner en duda la justicia de los reclamos campesinos, podemos
señalar que quizás lo más importante y trascendente será exigir un plan que
tenga por objetivo modificar las condiciones de vida y de producción de los
pequeños productores, porque de no ser así hasta la misma condonación resultaría
insuficiente. La cuestión traciende
las descalificaciones ideológicas de izquierda o de derecha que son utilizadas
para desenfocar el problema real y de fondo que es la grave situación campesina.
Es como el dedo en la llaga que seguirá sangrando si se sigue desatendiendo
esta realidad. El campesinado tiene problema de tierra, dificultades
de producción y bajo precio de sus productos, problema de salud, de educación,
de infraestructura básica. Desde el Ministerio de Agricultura y Ganadería se ha
intentado ofrecer ayuda, pero varios de esos programas, quedaron por el camino
en beneficio de oportunistas. Los campesinos han intentado mejorar sus producciones buscando alternativas de
cultivos pero los bajos precios y la falta de caminos y de medios para llegar a
los mercados, anularon sus esfuerzos de mejoramiento. En los
últimos tiempos se volvió a hablar del servicio de extensión agrícola pero los
extensionistas tendrán que ser honestos y eficientes para que puedan ayudar a mejorar
la producción. Pero ¿qué hacer con la producción? Es bárbaro que por una bolsa
de mandioca de 70 kilos los acopiadores paguen
la suma de 7.000 guaraníes, lo
que equivale a 100 guaraníes el kilo.
Pueden mejorar la producción de horticultura pero los productos no tendrán mercado y precio adecuado por el
contrabando. Necesitan organizarse y capacitarse para romper la inercia y
para eso necesitará del apoyo de un estado con responsabilidad social porque el
modelo económico vigente no les ofrecerá oportunidad alguna. A menudo son
atropellados en sus asentamientos por personeros del monocultivo que movilizan
a jueces, fiscales y policías en sus atropellos. ¿Adónde irán estos compatriotas? ¿A qué se dedicarán? ¿Cuándo se
hablará en serio y con patriotismo de esta realidad? No se puede invocar una
paciencia sin límite. Tampoco se podrá plantear supuestas soluciones que
excluyan o marginen a los campesinos. El problema campesino no es un problema
de tránsito en la ciudad. Es el dolor y la angustia de más de tres millones de
compatriotas.
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