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VERDAD ES SERVICIO A LA VIDA

VERDAD ES SERVICIO A LA VIDA


Monseñor Lucio Alfert, desde hace 25 años, es obispo del Vicariato Apostólico del Pilcomayo, el corazón del Chaco Paraguayo. Es reconocida su lucha por la dignidad y la dignificación de los pueblos indígenas. Su lucha es contra la discriminación y  despojos de sus tierras así como contra las injusticias de las condiciones en que se dan todo tipo de contratación de trabajo,  siempre rayano a la esclavitud, a las que son sometidos los indígenas. Su voz de pastor en defensa de las comunidades indígenas siempre fue clara, valiente e inconfundible. En ese sentido fue uno de los pocos obispos que denunció y atacó la vergonzosa práctica de la compra y venta de votos en las últimas elecciones internas partidarias realizadas, tanto para elegir a los directivos partidarios, como para las candidaturas a los cargos municipales. “Comprar y vender votos es un pecado, afirmó con entereza. El que compra, aprovechándose de las necesidades de la gente, comete un abuso contra la dignidad de la persona humana, y el que vende, vende su libertad, se denigra, porque no obra en conciencia” (Entrevista publicada por Radio Cardinal 730 AM) Hay que defender la vida en toda su dimensión y esta miserable práctica reniega de la ética política y desvirtúa su finalidad que es la gestión del bien común. Hoy por hoy, los electores indígenas ya no son arreados tan fácilmente. En estos últimos tiempos los indígenas junto a los demás ciudadanos se movilizaron para destituir a un intendente corrupto del municipio de Mariscal Estigarribia. También ganaron una candidatura para Intendente de una localidad importante  y accedieron  a la directiva de una seccional partidaria, aunque después encontraron la forma de retacearles estos triunfos. Pero la reacción ya no fue sumisa. El candidato indígena se encadenó frente a la Junta de Gobierno, sus seguidores salieron a las calles a protestar y amenazan con el voto castigo en las elecciones de noviembre.  Las comunidades indígenas luchan por su dignificación y por la promoción de sus derechos ancestrales a la tierra y la vigencia de sus culturas autóctonas. Mons. Lucio Alfert, contaba  que en una ocasión le preguntó al cacique de una tribu, qué era para él la verdad. “La verdad es aquello que sirve para vivir” fue la respuesta. Después de algún tiempo, en una oportunidad en que deseaba visitar un determinado poblado, averiguó con el mismo cacique si a qué distancia quedaba el lugar y en qué condiciones se encontraban los caminos de acceso. “No es lejos y el camino es bueno” le contestó su interlocutor. Monseñor Lucio, confiado en la información de su amigo el cacique, emprendió viaje. Muy pronto se encontró con un camino desastroso, lleno de zanjas,  intransitable. Su vehículo varias veces quedó empantanado. Tardó casi tres días para arribar por fin a su destino, porque además  no era nada cerca. A su regreso, muy molesto, le increpó.  ¿Porque me mintió de esa manera? -Yo no le mentí Monseñor, le contesta el Cacique.  – Cómo que no me mintió. Si usted me dijo que el lugar no estaba lejos y que el camino era bueno. Me siento muy molesto con usted. - No le mentí Monseñor, volvió a repetir. Usted quería llegar a ese lugar y yo le ayudé a llegar a ese lugar. Lo que le dije no es una mentira, porque le ayudó a realizar su propósito. En ese momento se acordó de aquella definición que le había dado sobre la verdad,  aquello que sirve para vivir, para lograr un propósito de la vida. Debemos coincidir en afirmar que lo que hasta ahora se ha hecho con los pueblos indígenas es arrebatarles sus tierras que son sus medios de vida. Todo lo que se les ha prometido no se cumple, no ha servido para la vida, son mentiras. 

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