EL PODER MEDIÁTICO
¿Hasta qué punto
nuestro país es dependiente de los medios de comunicación? Es decir, de los
dueños de los medios de comunicación. Es un tema para investigar del que se
debe tomar conciencia por la gran trascendencia que tiene. Cada vez más la
propiedad de los medios está concentrada en pocas manos y con gran incidencia
del capital extranjero. De esa manera el país está enajenando su soberanía en
temas de la educación y la cultura y también en el ámbito político, que es más
grave aún. No se puede desconocer la instrumentación política de la
comunicación, si no fuera así, ¿a qué se debería el creciente afán de adquirir
y concentrar cada vez más medios por parte de los grupos políticos
predominantes? Ante la iniciativa surgida en el Senado de la Nación de
promover una ley que obligue a los
medios a ceder espacios publicitarios gratuitos para campañas a favor de la
protección ambiental, los derechos del
niño, del joven, de la mujer y contra la drogadicción, la reacción de los
gremios fue de unánime rechazo al intento de “Confiscar espacios en medios para
campañas” Independientemente de la
oportunidad y practicidad de esta propuesta, al menos a partir de los pocos
datos de su contenido que se tiene, es probable que con un proyecto así no se
consiga el resultado esperado y en el supuesto caso de que se convirtiera en ley, la misma no será acatada.
¿Cuántas normas de salud, de la niñez, etc, etc, actualmente vigentes no son
acatadas? Y nadie dice nada, nadie puede decir nada. Ningún juez y al final
ningún legislador podría soportar la presión tremenda del gremio de
propietarios de medios. Y sin embargo estas campañas, estos servicios, están
implícitos en la función social de la prensa. Una función que importa poco
porque a los medios comerciales lo único
que interesa es la ganancia a cualquier precio. Se puede entender esta propuesta de algunos Senadores, como una
inquietud, como una preocupación respecto a la calidad de la prensa que
tenemos. Cada vez se está volviendo más insoportable la programación de los canales
abiertos. En sus servicios informativos se dedican a hacer espectáculos de los
crímenes. Y lo grave es que no hay opción para el público. No hay canales
alternativos. La televisión del estado ha dejado de ser pública y ahora se
dedica al sorteo de quinielas. Se les persigue a las radios comunitarias, con
exigencias reglamentarias imposibles de ser cumplidas, acusadas de piratas aún
cuando la piratería sea más gruesa en el sector de los licenciatarios. El
ente regulador CONATEL (Comisión Nacional de Telecomunicaciones) no regula, no
puede regular porque está sometido al juego político de intereses dominantes. Es bueno por ello
que haya algunas inquietudes en el Parlamento y en la ciudadanía. Porque el
país carece de una política comunicacional y tiene urgente necesidad de ella. “Una política nacional de comunicación como
un instrumento capaz de contribuir a forjar una comunicación diferente para un
desarrollo definitivamente distinto cuyo objetivo esencial radique en la
búsqueda de la satisfacción de las necesidades básicas del pueblo en un marco
de justicia y equidad. Una política comunicacional por encima de la avidez
lucrativa de minorías poderosas que en todo caso fomentan la situación de
injusticia y ausencia de la democracia real en el ámbito económico, político,
social y cultural” (Silvia Sandra Aliaga: Políticas Nacionales de
Comunicación). El tema de la política comunicacional va más allá del proyecto
de ley que se ha propuesto en el Senado. Es un gran tema pendiente que merece
un gran debate nacional.
Comentarios
Publicar un comentario