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LA INJUSTICIA DEL DOLOR

LA INJUSTICIA DEL DOLOR.


Cuando se contrasta la carencia y el dolor de numerosos compatriotas con los innumerables gastos innecesarios, los abusos en los nombramientos de cargos públicos y la cantidad de dinero que se roba al estado, necesariamente se tiene que concluir que nuestro país está montado sobre la cabalgadura de una tremenda injusticia. Este dolor se acentúa con el hambre que padecen más de 700 mil compatriotas y especialmente en el campo de la salud donde los niños mueren por falta de camas de terapia intensiva y el peregrinaje que viven en este momento los enfermos de cáncer por no poder recibir tratamientos de radioterapia, entre otras tantas carencias importantes que registra nuestro país en esta materia. La denuncia de esta situación apareció en el Diario Última con un titular a toda página en su edición del 20 de agosto pasado  que decía: PACIENTES CON CÁNCER TEMEN AVANCE DE ENFERMEDAD POR FALTA DE RADIOTERAPIA. El único aparato de Radioterapia del Instituto Nacional del Cáncer sufrió una avería por sobrecarga de trabajo y la instalación de un nuevo equipo está prevista recién para el próximo año. Hubo promesas de que los enfermos serían derivados al sector privado, pero solamente se cumplió con el 50% porque Salud Pública no tiene la capacidad de cubrir todos los gastos. ¿Qué pasa con ese otro cincuenta por ciento que carece del servicio? “Temo que mi enfermedad avance más y no pueda empezar mi tratamiento. Los dolores cada día son más insoportables” relata una madre de 34 años que llegó del interior, y no tiene capacidad para recurrir por sus propios medios al sector privado. “La demanda es alta y a nivel país no estamos en condiciones de absorber todas las necesidades. Hay déficit en esta materia” reconoció el médico jefe del Servicio de Radioterapia. Es una situación dramática que padece nuestro país. No se puede jugar con la salud de la gente. Y lo triste es que el país tiene recursos, lo que falta es una priorización de los gastos públicos. En nuestro país el intendente del más pequeño municipio termina siendo millonario, por la gran cantidad de dinero que recibe de los royalties y de los fondos del Fonacide, que malversa impunemente. Nos pegamos el lujo de tener el parlamento más caro del continente en cuanto a la relación con el Producto Interno Bruto (PIB), más que Brasil, más que Argentina. Millones de dólares al año le cuesta al Estado 18 miembros del Parlasur, que no se reúnen casi nunca, no hacen nada pero cuentan además con 43 funcionarios con cargo de Directores que ni siquiera tienen oficinas para cumplir horario. Aparte de todos los gastos innecesarios sigue tan campante la corrupción generalizada que evade impuestos y malgasta lo poco que se recauda. ¿Cómo explicar a la gente esta paradoja de la miseria que se vive en áreas tan vitales como la salud pública? Esto tiene que tener una salida antes de que reviente. No podemos seguir pidiendo resignación en cuestiones en las que se retacea la vigencia del derecho fundamental de la salud y de la vida.

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