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EL AMOR Y LA INDIGNACIÓN NUNCA DEBEN MORIR

EL AMOR Y LA INDIGNACIÓN NUNCA DEBEN MORIR.

“Hay dos cosas que nunca deben morir: El amor y la indignación” comenzó expresando el gran poeta nacional Elvio Romero, en un encuentro de jóvenes celebrado como parte de la programación del Festival del Lago Ypacaraí.* “Estas dos cosas no deben desaparecer de su corazón – siguió diciendo. Deben indignarse por todo lo que sea injusto, por todo lo que contradiga la libre determinación del hombre. Y deben sentir amor por la justicia, por la libertad, por los valores más profundos que orientan nuestra vida.”  Mencionó que siendo todavía un muchacho, tuvo la suerte de recibir como obsequio de doña Josefina Pla, un libro con la siguiente dedicatoria: “Para que nunca pierda la indignación”. “Eso fue algo que caló muy hondo en mí – señaló – porque yo era un joven lleno de indignaciones. Estaba indignado por la injusticia, por la pobreza, por la mezquindad. Tenía sentimientos propios de la juventud. Era rebelde. La rebeldía es precisamente el signo de la juventud”.
¿Ha perdido nuestra juventud la capacidad de la indignación? Si la respuesta es afirmativa, la pérdida es grave, porque eso supondría que justamente quiénes tienen la mayor energía y viven el momento más vital de sus vidas han sido desquiciados y están carentes de la fuerza de un ideal.
No debemos dejar que el testimonio de una vida como el de Elvio Romero se pierda en el silencio, porque más que nunca necesitamos de sus poemas que gritan contra las injusticias y proclaman la libertad y la dignidad.
Necesitamos de ese ideal que explique y dé sentido a la vida. Un ideal que deseche las cosas pequeñas, que desprecie la mezquindad y rechace todo aquello que empobrece la vida. Y que por sobretodo tenga la fuerza para gritar la indignación.
Creo que no hemos perdido del todo nuestra capacidad de indignación pero su recuperación es urgente. De a poco el pueblo vuelve a manifestarse. Los indignados se autoconvocan. Gente del Hospital de Clínicas retiran y envían al basurero la placa recordatoria de la inauguración con el nombre de Federico Franco y sale a la calle para reclamar el recorte presupuestario que ocasiona  la falta de insumos básicos del servicio hospitalario. En la Universidad Católica, un grupo de profesores pide la desafectación como docente del fiscal Jalil Rachid por la investigación tendenciosa, inescrupulosa y viciada procesalmente del caso Marina Kue, en Curuguaty.
Hay tantas cosas que reclamar y protestar pero seguimos callados, casi en un silencio cómplice. Pero no todo está perdido como dice la canción. Estamos recuperando de a poco nuestra capacidad de indignación. La sanción moral y por sobretodo la sanción social debe instalarse cada vez con fuerza en nuestra sociedad. La impunidad ya no debe ser una mercancía de fácil disponibilidad para los falsos y los corruptos. Estos tienen que saber que siempre estarán en la mirada de una ciudadanía dispuesta a enrostrarles su desprecio y su indignación.


* En el mes de setiembre de 1990.

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