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CONTROL Y SUPER PODER

CONTROL Y SUPER PODER.

Hace unos días, Gerardo Denis Vera, se refirió a Ignacio Ramonet y  a su artículo “El Gran Hermano Estadounidense/Todos fichados” publicado en la edición 169, julio 2013, de Le Monde Diplomatic, versión castellana. Al formular su comentario, decía que si bien,” George Orwell, en su literatura de 1984, y posteriormente Steven Spielberg, con el cine de anticipación, nos habían advertido que todos seríamos vigilados, pensábamos en un estado neototalitario. Ahí nos equivocamos- siguió diciendo- Edward Snowden acusa a EE.UU. y el Presidente Obama acaba de admitir al confirmar que no se puede tener 100% de seguridad con el 100% de privacidad". Y concluyó afirmando: "Bienvenido a la era del gran hermano”. Una síntesis excelente.
Esta situación de todos fichados, todos vigilados, todo codificado,  trajo a mi memoria una novela que había leído hace mucho tiempo pero que nunca la olvidé por el impacto que me había causado: " La Hora 25", del escritor rumano Virgil Gheorghiu, publicada en 1949, que relata de qué manera una familia de campesinos rumanos que se vió obligada a huir de su país, durante la segunda guerra mundial, terminó perdiendo su identidad hasta convertirse en un número, un código.
En cuanto  a que este control mundial, podría darse a través de un nuevo estado totalitario, si bien no deja de tener verosimilitud, pareciera ser que la tentación de dominio y de poder siempre estuvo vigente en la historia, a nivel regional, nivel continental y mundial. Así lo demostrarían, entre numerosos otros hechos, la campaña de Alejandro Magno o la vigencia del imperio romano. La guerra napoleónica, los grandes descubrimientos, la lucha por el dominio de los mares. Finalmente las dos guerras mundiales y  especialmente la segunda de la que resultarían dos consecuencias importantes: Una, el surgimiento de Estados Unidos de América como nueva potencia mundial emergente y la otra, la convicción de la necesidad de crear un organismo supranacional para buscar la paz y la vigencia de los derechos fundamentales de la persona humana.

Este caminar del mundo contemporáneo no ha sido fácil. Estados Unidos de América, manejados por las transnacionales y las industrias militares no están dispuestos a ceder su poder de hegemonía. Compite con China y con Europa. Acrecienta su poder de policía después del ataque a las torres gemelas. Con el pretexto de la seguridad espía a todo el mundo aprovechando las posibilidades de las nuevas tecnologías. (No olvidemos que la administradora de Internet en el mundo es una empresa privada de los Estados Unidos). No reconoce la jurisdicción de la Corte Internacional de la Haya, no suscribe la declaración de Kyoto y elude en la ONU  al Consejo de Seguridad para atacar a Irak. Las guerras de las galaxias les aseguran el control del espacio y se anuncia la próxima colonización del planeta Marte.  No hay dudas, estamos en la era del Gran Hermano Estadounidense, como lo afirma Ignacio Ramonet. ¿Debemos sentirnos resignados e impotentes ante esta realidad? No. El mundo nos necesita para alimentarse y cuidar el aire que se respira. El mundo necesita de nuestros valores, de nuestros sueños y de nuestra lucha por la libertad. Los imperios se corrompen y desaparecen, y la humanidad sigue su camino. Debemos procurar fortalecer los organismos multilaterales a fin de evitar en lo posible que el Gran Hermano sea injusto. En este punto me siento tentado a recordar lo que afirmara con tanta convicción y claridad, un distinguido compatriota, el Doctor Manuel Gondra, en la Convención de Santiago de Chile, en 1923: “No pudiendo hacer que el justo sea siempre fuerte, debemos procurar que el fuerte sea siempre justo”.  

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