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LA MEMORIA ESTA EN LA HISTORIA


LA MEMORIA ESTA EN LA HISTORIA.

El sacerdote jesuita José Luis Caravias en su programa de Radio Fe y Alegría de ayer lunes 6 de mayo, recordó el 40 aniversario de un doloroso acontecimiento que le tocó vivir durante la trágica dictadura del General Alfredo Stroessner. Cuando entonces vivía en Piribebuy acompañando de manera cercana la lucha de los campesinos como asesor de las Ligas Agrarias. Ese día llegaron a mi rancho cuatro policías vestidos de civil fuertemente armados, diciéndome que el Delegado de Gobierno y el Obispo de la Diócesis querían conversar conmigo para agradecer por el importante servicio que estaba prestando a la iglesia y a los campesinos. Les respondí que sí acudiría junto a las autoridades citadas pero a la mañana siguiente, porque en ese momento ya estaba anocheciendo. Insistieron la conveniencia de no diferir la cita. “Bueno –dije- me iré pero con mi propio medio para poder regresar al término de la reunión sin molestar a nadie y me dirigí hacia mi motocicleta. En ese momento se abalanzaron sobre mí y  arrastrado de piernas y brazos  me lanzaron a la carrocería de una de las dos camionetas que utilizaron para el operativo. Esa misma noche después de algunas horas de recorrido me abandonaron al otro lado del río,  en territorio argentino, con la ropa puesta sin dinero y sin documento. Mi expulsión se había consumado con aquel operativo comandado por el Comisario Irrazábal que ya tenía fama de torturador y asesino”.
El Padre José Luis, ejerció su labor sacerdotal en una alejada parroquia de la provincia del Chaco. La mayor parte de sus feligreses eran hacheros manejados como verdaderos esclavos a semejanza de los mineros de los yerbales. Al poco tiempo con la ayuda de las religiosas de la zona, pudo organizar a los hacheros en sindicato que reconocido legalmente obligó a los patrones al otorgamiento de los beneficios y niveles salariales correspondientes. Los patronos nunca perdonaron este hecho a paí Caravias, quién  amenazado de muerte, tuvo que abandonar la zona. 
Ya en Buenos Aires recibió el respaldo del Provincial de los Jesuitas de entonces el Monseñor Jorge Bergoglio. En la capital porteña ejerció su apostolado en las villas miserias especialmente con los refugiados paraguayos. Pero eran los tiempos de la operación Cóndor y su ya frondoso prontuario policial no le favorecía para nada. Esta vez la amenaza de muerte provino del operativo de la represión, conocido como triple A (Acción Anticomunista Argentina). Asistido y apoyado por su provincial de entonces tuvo que huir una vez más, esta vez rumbo a España.  Pero su estadía en la madre patria tampoco duró mucho. Recuperado y con nuevos documentos emprendió viaje rumbo al Ecuador donde permaneció por varios años.
Recién a la caída de la dictadura pudo regresar al Paraguay.
Su miedo, su cansancio, sus dudas y sus  vivencias de la fe, están relatados en un libro próximo a ser publicado. Su programa y su impresionante relato concluyeron ayer con una canción cuyos versos repetían que  “la memoria está en la historia”.

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