CARTA A MI
AMIGO RAY.
¿Que tal
Ray? Espero que bien y para mejor. Hace algún tiempo que no tengo la
oportunidad de saludarte personalmente, pero te sigo siempre. Quiero decirle a
la gente que no me conozca o no te conozca, que mi especial aprecio hacia tu
persona deviene de los tiempos de nuestros primeros escarceos de jóvenes que
intentábamos encontrar espacios de sueños y de esperanzas para liberarnos de la opresión que nos
agobiaba durante esa larga noche de la dictadura, allá en nuestra lejana y
querida Concepción. Yo nunca podré
olvidar a tu señor padre don Emilio, quién fue un verdadero mecenas de los
jóvenes concepcioneros. Su aliento y su interés para mi fueron sorprendentes.
Nos animaba a escribir y nuestros balbuceos literarios él enviaba a sus otros
amigos pidiendo sus opiniones que posteriormente nos volvía a remitir. No sé si
es oportuno o no esta mención pero me motiva una deuda de gratitud personal, y también porque considero que todavía hay una
deuda de reconocimiento de toda la comunidad norteña hacia tu señor padre.
Apreciado
Ray, el motivo de esta carta es hablar un poco sobre tu trabajo desde la
gerencia de programación de nuestra televisión pública. Ya sabes que mi opinión
no será la de un técnico porque no tengo ninguna especialidad en ese campo,
sino simplemente apreciaciones de un amigo tuyo en su condición de televidente
interesado.
Conozco la
historia de cómo nació esta empresa, conozco en gran parte el esfuerzo que
significó para la
Secretaría de Información y Comunicación (SICOM) y su
Ministro Secretario el compañero don Augusto Dos Santos. Nuestra televisión
pública comenzó con programas muy atinados bajo la conducción de excelentes
profesionales de nuestro medio. Muy rápido nuestro público se informó de su
existencia y se apropió de ella. En el golpe parlamentario se convirtió en
centro de resistencia y reivindicación. Se plasmó así en la conciencia de la
gente el valor y la importancia que puede llegar a tener la televisión pública.
Se podrá discutir si el rol que asumió estaba o no fuera de lugar y si se justifica
o no que el gobernante de turno ordenara de alguna manera su intervención, la
modificación de sus cuadros directivos y el cambio de la grilla de
programación. Por un buen tiempo la imagen de nuestra televisión pública se
diluyó desapareciendo en gran medida como centro de atención y de interés del
público. Tu presencia sin embargo dentro de los cuadros directivos junto a
otros profesionales a mi modo de ver está permitiendo la recuperación de
nuestra televisión pública. Es un hecho relevante porque en mi opinión es
tremenda la importancia de un medio público de comunicación para la sociedad. Quiero
destacar algunos hechos como por ejemplo el excelente servicio noticiero que
están ofreciendo tanto en castellano como en el idioma guaraní. A mi parecer
falta promocionarlo más porque es
desesperante y deprimente el servicio de noticias de los canales comerciales
por su fuerte tinte de prensa amarilla. Quizás lo que podríamos pedirte por
ello que nuestro canal sea una verdadera e importante alternativa para la
audiencia. Que no caiga en los mismos vicios, que atienda y entienda que la
publicidad forma parte del discurso televisivo y que por ello su enfoque
también tiene que ser diferente. Que se fortalezcan las programaciones de fines
de semana, y que en general sea un medio en el que se informe con más rigor y
objetividad. Que sea un medio donde se dialoga y se profundiza sobre los
valores y las necesidades de nuestra sociedad que tiene que encontrarse a sí
misma para proyectarse hacia delante. Esperemos que los gobernantes de turno la
respeten y no la quieran manipular para sesgarla hacia sus intereses. Para ello
se tendrá que mejorar su base legal porque el hecho de depender del Poder
Ejecutivo constituye o puede constituir una seria debilidad institucional.
Apreciado
Ray, discúlpame por haberme extendido, pero lo hago por el deseo de alentarte en esta misión tan importante que
están desarrollando con tus demás compañeros al frente de la televisión
pública.
P.D. Esta
es una carta dirigida a mi amigo Ray Armele,
Gerente de Programación de la Televisión Pública
de nuestro país.
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